LES COMBES, 21 julio (ZENIT.org).- Juan Pablo II realizó hoy su última excursión de alta montaña, pues mañana por la tarde concluirá sus vacaciones veraniegas. Poco después de las diez de la mañana su coche se aventuró por el fondo del valle bajo el Mont Blanc rumbo a paisajes montañosos que al cierre de esta edición todavía no habían sido revelados para respetar la intimidad y el descanso del pontífice.
En estos doce días, Juan Pablo II ha podido descansar, lo demuestra su rostro bronceado y su buen humor. Cuando ayer regresó por la tarde de su excursión, entre las personas que le esperaban para saludarle, se encontraba una niña de unos tres o cuatro años. Al encontrarse cara a cara con el Santo Padre, la pequeña se aferró desesperadamente a los brazos de su padre, pues no conocía la figura blanca que le saludaba. El pontífice se hecho a reír, la tranquilizó durante unos momentos y después de ganarse su confianza, se despidió de ella en italiano: «Ciao, bella!» («¡Adiós, bonita!»).
Al ver los buenos efectos que tiene este descanso en el Santo Padre, algunos de sus colaboradores le han animado a quedarse hasta el próximo martes en esta localidad del Valle de Aosta. Sin embargo, por el momento, no parece aceptar la proposición y mañana por la tarde debería dejar los Alpes italianos para dirigirse a Castelgandolfo, localidad que se encuentra a unos 30 kilómetros de Roma, en la que el Papa trabajará hasta el final del verano.
Los domingos, como sucederá ya el 23 de julio, Juan Pablo II se encontrará con los peregrinos en el patio de la residencia pontificia, mientras que los miércoles irá al Vaticano para recibir a los miles de fieles que llegarán a Roma para participar en la audiencia general durante estos meses.
El Santo Padre preparará en Castelgandolfo las grandes citas que todavía tiene que afrontar en esta segunda mitad del Jubileo del año 2000. En orden cronológico, la más importante es sin duda las Jornadas Mundiales de la Juventud, que tendrán lugar en Roma del 15 al 20 de agosto. En varios de esos días, el Santo Padre tendrá que vérselas con el calor pegajoso del «ferragosto» romano en encuentros que tendrán lugar en el Vaticano y en una gran explanada situada a las afueras de Roma capaz de acoger al millón de chicos y chicas que se espera para esos días.
Por otra parte, Joaquín Navarro-Valls, portavoz de la Santa Sede, confirmó el domingo pasado que Juan Pablo II prepara también su anunciado viaje a Siria y Grecia siguiendo las huellas de san Pablo. Por el momento, no se han revelado las fechas en que podría tener lugar esta peregrinación. Constituye el final de un periplo que comenzó en febrero pasado visitando espiritualmente Ur de los Caldeos (la situación de Iraq le impidió pisar físicamente esa tierra, a pesar de haber anunciado en una carta su explícito deseo). Esa etapa por tierras iraquíes pretendía seguir las huellas de Abraham. Su gran peregrinación jubilar continuó después, en ese mismo mes, en el Monte Sinaí (Egipto), siguiendo los pasos de Mosiés. Por último, en el mes de marzo, llegó a Jordania, Israel y Palestina, en un histórico viaje por Tierra Santa que sirvió, entre otras cosas, para dar un decisivo espaldarazo al proceso de paz y a las relaciones entre cristianos, judíos y musulmanes.
Otra de las grandes citas en el calendario del Papa para esta segunda mitad del año será el gran Jubileo de las familias, que tendrá lugar en octubre en Roma entre el 14 y el 15 de octubre.