«Salvemos el domingo», alternativa cristiana al consumismo contaminante

Tras la reunión del G-8 sobre Medio Ambiente en Trieste (Italia)

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TRIESTE, 6 mar 2001 (ZENIT.org).- Después del fin de semana de trabajo de los ministros de Medio Ambiente de los países más desarrollados del planeta (G-8), celebrada en Trieste (Italia), llega la hora de hacer un balance.

«En Trieste, los ocho ministros de Medio Ambiente parece que han encontrado un acuerdo para tocar una música un poco diversa para este nuestro globo, amenazado por miasmas y venenos residuales de un consumismo desenfrenado», comenta Vittorio Morero desde las páginas del diario de los católicos italianos Avvenire.

Los ocho renovaron su compromiso, el pasado domingo 4 de marzo, de luchar contra el calentamiento del planeta y prometieron intentar un acuerdo sobre la reducción de emisiones de gas que inciden en este calentamiento atmosférico.

La propuesta del diario «Avvenire», alternativa al consumismo desenfrenado, es la de seguir subrayando la vivencia del domingo como día dedicado a la limpieza del medio ambiente, al reposo y, en el caso de los cristianos, a la celebración dominical.

Aplaude «Avvenire» la iniciativa de celebrar «los domingos sin coches» que han iniciado varias ciudades europeas en sus centros históricos. En estos días adultos y niños invaden la calzada con manifestaciones festivas y el uso de medios no contaminantes y públicos.

Asimismo, el diario católico propone profundizar de cara al próximo verano en la posibilidad de presentar ofertas culturales al aire libre.
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«Como cristianos –añade el articulista– es natural que tratemos de comprender la invitación urgente de la «Novo Millennio Ineunte» (la carta apostólica con que Juan Pablo II ha concluido el Jubileo del año 2000, nn. 35 y 58), donde la comunidad cristiana es invitada a salir a mar abierto, tras haber respirado el domingo la calidad del culto, de la Palabra de Dios, de la liturgia gozosa y participada».

«Si Juan Pablo II ofrece el domingo como programa de renovación es porque es archisabido que, también en el área de la tradición cristiana, el domingo ha sido y sigue siendo arruinado por la aceptación pasiva de modelos consumistas que no tienen calidad. Ciertamente no hace falta apostar por el domingo sin más, sino sobre un domingo rico de contenidos y de fuerte atracción. Habrá que cerrar los estadios y abrir los museos, las bibliotecas, los teatros (y teatros que no desdeñan lo clásico), organizar breves giras turísticas, en localidades cercanas, para que no suceda que ignoramos las bellezas propias o, si no las ignoramos, las marginamos por rutina y costumbre distraída».

«Habrá que salir de la lógica del mercado –añade– y, al menos un día a la semana, confiarse a la imaginación, la nuestra y no la que nos imponen los sacerdotes y acólitos del «imperio global». Piensen en ello los gestores de contratos de trabajo (sindicalistas y e industriales confederados), piensen los legisladores y quienes presiden nuestras fortunas, pequeñas o grandes. Piensen los pastores de almas que después de todo han recibido en custodia el mandamiento del Señor: Santificad las fiestas».

Y concluye: «Salvemos por tanto el domingo, lugar y tiempo de nuestra civilización».

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ZENIT Staff

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