ROSSANO, 14 mar 2001 (ZENIT.org).- El patriarca de Constantinopla Bartolomé I realizará una visita, del 19 al 23 de marzo, a la región italiana de Calabria, antes de asistir en Acireale (Sicilia) a la IV Asamblea regional de las Iglesias católicas donde, entre otras actividades, tiene previsto participar en una oración ecuménica.
La razón de la visita del patriarca a Calabria es la honda huella que ha dejado en esta tierra el Oriente cristiano. Esta costa que mira al mar Jonio formó parte de la Magna Grecia y más tarde fue lugar de encuentro entre la ortodoxia y el catolicismo, entre el rito oriental y el rito latino.
El patriarca de Constantinopla visitará Santa Severina y luego las diócesis de Locri-Gerace y Reggio Calabria-Bova. Son Iglesias locales en las que perdura la marca de la tradición greco-bizantina y no sólo porque sus obispos eran nombrados por Constantinopla, antes de su caída en el 1453, sino por la huella que aquí han dejado muchos santos monjes y eremitas venidos de la otra parte del mar, a veces huyendo de la persecución musulmana.
El obispo de Locri-Gerace, monseñor Gian Carlo Maria Bregantini, al presentar el programa de la visita recordó la dedicación del altar de la Unidad en la concatedral de Gerace, que tuvo lugar en 1995, cuando el obispo ortodoxo Spiridione trajo en regalo una reliquia de San Teodoro.
Ahora los papeles se invierten y será el obispo católico el que regalará una reliquia de San Juan Crisóstomo a Bartolomé I. La diócesis de Locri ya había donado a la comunidad ortodoxa la iglesia de San Juan Crisóstomo, en Gerace (1993), comunidad parroquial ortodoxa que ahora es guiada por el padre Dimitri Makaroff. Continuando por la senda del diálogo, en la catedral, los dos pastores, a cuatro manos, encenderán la lámpara de la unidad.
