En el transcurso de una visita a Costa Rica, que concluyó ayer, el primer cardenal de la historia de Honduras visitó el Hogar de la Esperanza, en el que se atienden a enfermos terminales de sida. En países de América Central muchos enfermos del virus VIH no tienen acceso a tratamientos necesarios por tener costes demasiado elevados. En los países ricos, sin embargo, estas medicinas están aseguradas por los sistemas públicos de sanidad.
En el acto, al que asistieron el arzobispo de San José, monseñor Román Arrieta Villalobos, autoridades gubernamentales y municipales, el purpurado hondureño puso el ejemplo de Sudáfrica, un país donde «la pastilla ´cóctel´» quiere ser distribuida por el gobierno a precio de producción con la oposición frontal de la industria farmacéutica.
La mayor parte de los 4,5 millones de sudafricanos infectados por el virus causante del sida no puede pagar los medicamentos que prolongarían su vida. La ley sudafricana desde 1997 permite tanto la importación como la producción de fármacos genéricos, pero ha sido denunciada penalmente por las grandes compañías del sector farmacéutico ante los tribunales sudafricanos.