CIUDAD DEL VATICANO, 30 mar 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II quiere recordar los quince años de la tragedia de Chernobil reuniéndose con algunos de los niños que todavía hoy sufren las consecuencias de la explosión del reactor nuclear.
Todo ocurrió a la 1:23 de la madrugada del 26 de abril de 1986. En el pabellón del reactor número 4 de la central nuclear de Chernobil tenía lugar el reventón de naturaleza química. El reactor se incendia, liberando una nube tóxica de efectos devastadores para las personas y el ambiente.
Ahora, el 26 de abril de 2001, Juan Pablo II recordará aquellos momentos dramáticos recibiendo a las familias e instituciones que acogen en Italia a los niños de Chernobil.
Si bien la central fue cerrada definitivamente el 15 de diciembre de 2000 –explica un comunicado de prensa de la embajada de Ucrania de la Santa Sede, quien ha dado la noticia–, Chernobil sigue cosechando miles de víctimas: una «muerte invisible» sin proyectiles ni bombas.
Se calcula que en estos momentos unos tres millones y medio de personas han sido afectadas por la radioactividad; un millón de ellos son niños, que por culpa de Chernobil tienen defensas inmunitarias débiles que exponen su salud a todo tipo de riesgos.
Además, 600 mil personas, que participaron directamente en las operaciones de eliminación de las consecuencias de la explosión, necesitan hoy una particular asistencia médica y social.
Según esta misma fuente diplomática, los ayuntamientos flagelados por la radiactividad, en 12 de las 25 regiones administrativas de Ucrania, son 2.293. De ellos, 76 forman parte de la zona que fue totalmente evacuada en los primeros días del «accidente».
Problemas en el sistema respiratorio, enfermedades de la sangre, del intestino y cáncer son las patologías más difundidas. Los casos de tumor de la tiróide se multiplicaron por diez en el período sucesivo a la fuga radioactiva, especialmente entre los niños.
Desde aquel trágico 26 de abril de 1986 hasta hoy, decenas de miles de niños ucranianos han sido acogidos en Italia por familias, centros de acogida de comunidades religiosas y de voluntariado, etc. El Papa ha querido aprovechar su estancia en el país para invitarles a todos a su casa.