MADRID, 14 enero 2003 (ZENIT.org).- Los sacerdotes e historiadores Vicente Cárcel Ortí y Juan Shenck Sanchis han publicado «Pio XII, defensor de los judíos» (Editorial Edicep), un libro sobre el papel histórico que el Papa Pío XII tuvo durante el holocausto judío.
El libro, publicado en octubre de 2002, adquiere una relevancia especial estos días, tras el estreno de la película «Amén». Como expresaban sus autores, «desde hace unos cuarenta años, periódicamente, se lanzan a través de diversos medios de comunicación, hábilmente manipulados, acusaciones interesadas contra Pío XII por haber callado sobre los crímenes nazis».
Vicente Cárcel Ortí, un reconocido historiador de la Iglesia en España, añadía: «Sin querer quitarle nada en absoluto al terrible holocausto judío, en los últimos años está siendo instrumentalizado ideológicamente por parte de algunos, interesados en sacar ventajas políticas de aquellos hechos para someter a chantaje a algunas instituciones que consideran antihebreas».
«El Pontífice –continuaba Ortí– al igual que la Cruz Roja Internacional o el Congreso Mundial Judío, socorrieron a las víctimas pero no hicieron declaraciones públicas de condena contra las atrocidades nazis porque en ese momento hubieran sido contraproducentes y habrían desencadenado una represión aún mayor. Los ataques contra Pío XII, en libros de valor histórico muy dudoso, así como en obras de teatro, cine y literatura, corren el riesgo de envenenar el clima de confianza existente hoy entre cristianismo y judaísmo».
La investigación y el estudio de estos historiadores permiten afirmar que «Pío XII hizo por los judíos cuanto le fue humanamente posible y, ciertamente, mucho más que el presidente norteamericano, Roosewelt, y el primer ministro británico, Churchill, quienes estaban mucho mejor informados de lo que pasaba en Alemania y callaron durante años».
Cárcel Ortí demuestra en el libro que «Pío XII ordenó secretamente a la Iglesia ayudar a los hebreos y limitó los daños de la guerra cuanto le fue posible. Durante la ocupación de Italia por las tropas de III Reich, Pío XII «dio instrucciones expresas» para que tanto en el Seminario Romano como en la Universidad Gregoriana y en las iglesias de Roma y conventos pudieran ser escondidos judíos. Se les facilitó documentación falsa omitiendo su condición de hebreos para evitar que fueran perseguidos por los nazis».
«Cuando Pío XII murió muchas comunidades hebreas manifestaron abiertamente su reconocimiento hacia aquel Papa que había salvado a innumerables hebreos de la deportación y de la muerte. El rabino jefe de la sinagoga de Roma al concluir la guerra e impresionado por la actitud del Pontífice con los judíos, se convirtió al cristianismo y quiso ser bautizado con el nombre de Eugenio, en homenaje a Eugenio Pacelli, Pío XII. El propio rabino, Eugenio Zolli, escribió años después un libro contando su conversión».
«Hitler consideraba a Pío XII «su peor enemigo» y en diversas ocasiones dijo que, una vez terminada la guerra, «habría eliminado para siempre en Europa tanto a la Iglesia como al cristianismo, a los que consideraba como un producto del judaísmo».