«Día de la memoria» del Holocausto: Recordar para no repetir los errores

ROMA, 29 enero 2003 (ZENIT.org).- Este lunes distintos países europeos celebraron el «Día de la Memoria» de los seis millones de víctimas del Holocausto, una ocasión para recordar también a los «justos» que se opusieron al proyecto de exterminio arriesgando sus propias vidas, entre ellos muchos cristianos.

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Fue el 27 de enero de 1945 cuando el ejército soviético llegó al campo de concentración de Auschwitz, pocos días antes abandonado por las SS alemanas, liberando a los últimos supervivientes de la locura nazi.

«Recordar es absolutamente necesario. Recordar ayuda a prevenir», comentó monseñor Giuseppe Chiaretti, arzobispo de Perugia y responsable del Secretariado de la Conferencia Episcopal italiana para el ecumenismo y el diálogo, a propósito de la celebración de este día en Italia.

«Un pueblo que no recuerda está destinado a repetir los errores que ha olvidado –subrayó en declaraciones a la agencia Fides –. Recordar es necesario, incluso observando las situaciones dramáticas de hoy: la humanidad está siempre al borde de un precipicio; es capaz de repetir estos dramas».

Si el genocidio de los judíos se orientaba a la eliminación de una cultura, en otros casos, «como discapacitados y homosexuales, existía la idea de una limpieza étnica basada en el desprecio de la dignidad del hombre, en la exaltación arrogante de algunos en perjuicio de otros», continuó.

«De esta Jornada surge una gran lección de civilización: aprender a respetar a los demás (…), a relacionarse con todos a pesar de las diferencias físicas, étnicas culturales o religiosas. Aprender a vivir solidariamente ofreciendo parte de nosotros mismos. Este día nos enseña a instaurar en este mundo relaciones Trinitarias, basadas en el amor y en la misericordia», concluyó monseñor Chiaretti.

Bruno Segre, historiador y director de la revista Keshet explicó a los micrófonos de Radio Vaticana que «recuperar la memoria de la Shoah tiene sentido si nos permite vivir de manera más prudente y con los ojos abiertos a nuestro presente e intentar proyectar un futuro mejor».

Él mismo sufrió la persecución cuando a los 8 años de edad fue expulsado junto a otros niños judíos del colegio. Era 1938 y se habían promulgado las leyes raciales que prohibían a todos los judíos el acceso a las escuelas de Italia.

En 1943, cuando Italia fue invadida por los alemanes, «tuvimos que huir y refugiarnos en la región centro-meridional del país». Allí permaneció escondido durante nueve meses «por personas a quienes debo la vida (…)», recordó.

Entre esos «justos» que no dudaron en arriesgar su propia vida para defender a los judíos de la persecución nazi, se encuentra Giovanni Palatucci, el último jefe de policía de Fiume, muerto a los 36 años en el campo de concentración de Dachau tras salvar a más de cinco mil judíos.

Por haber sido un «hombre para los demás», el pasado 9 de octubre la Iglesia abrió la causa de su beatificación.

Palatucci «se sacrifica por los hermanos, por el respeto de los derechos inviolables del hombre». «Durante las leyes raciales de 1938 se convirtió en auténtico testigo cristiano, no sólo un justo entre las naciones», subrayó Gianfranco Zuncheddu, capellán de la Policía de Estado y postulador de la causa de beatificación.

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ZENIT Staff

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