Así manifestó la postura del episcopado italiano sobre un eventual conflicto en Irak en la rueda de prensa de presentación del Comunicado final del Consejo permanente de los obispos italianos, celebrado en Roma del 20 al 22 de enero.
En caso de que hubiera una resolución de las Naciones Unidas a favor de una intervención armada, monseñor Betori puntualizó que «la autorización de la ONU es uno de los elementos irrenunciables que exige una acción militar, pero no es el único».
«Si continúa la dimensión preventiva de una guerra –aclaró– y el conflicto en cuestión no se presenta como una respuesta concreta a una situación de ataque», la autorización de la ONU no hace justa una guerra; si es preventiva, «es en cualquier caso inaceptable».
El propio concepto de guerra preventiva es «inaceptable en sí mismo, porque la prevención de hecho no tiene un límite. Sin una situación concreta de amenaza, actual, y no posible, no se puede justificar acto alguno de guerra», explicó el secretario general de la CEI.
En cuanto a la posibilidad de que los inspectores de la ONU encuentren en suelo iraquí armas de destrucción masiva, monseñor Betori subrayó que «no compete a los obispos juzgar el grado y el nivel en el que tales armas pueden convertirse en una amenaza concreta y efectiva».
En este sentido, recalcó que «para que una guerra puede justificarse, se necesita el concepto de agresión, y el poder agresivo de las armas de destrucción masiva corresponde determinarlo a los expertos».
La Iglesia no tiene una tarea diplomática o directa en los escenarios de guerra. «La intervención de la Iglesia es en la vertiente de la formación de las conciencias. Hoy no basta con hacer llamamientos a la paz, sino que hay que construir conciencias capaces de llevar a cabo proyectos concretos de paz; de otra forma, las invitaciones a la paz son ineficaces», concluyó.