La masacre tuvo lugar el pasado viernes por la noche y provocó al menos 111 heridos en un campo gestionado por el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) que acoge a unos 3.000 civiles en Gatumba, a unos 20 kilómetros de Bujumbura, cerca de la frontera con la República Democrática del Congo.
En un mensaje enviado este domingo al nuncio apostólico en Burundi, el arzobispo Paul Gallagher, Juan Pablo II «se asocia a la oración de las personas afectadas por este drama» y «confía a la misericordia del Señor a los difuntos».
El telegrama, enviado en nombre del Papa por el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado vaticano, alienta «los auxilios y al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en su importante misión de atender a los heridos y de ofrecer asistencia a las familias y a los refugiados de la región».
Los refugiados, según fuentes de la ONU, son congoleños de la tribu tutsi, conocidos como Banyamulenge, que han huido de la zona fronteriza de Kivu del sur, donde tienen lugar enfrentamientos entre insurgentes y tropas del gobierno.
Una facción rebelde de la tribu hutu en Burundi, las Fuerzas de Liberación Nacional, se atribuyó la responsabilidad del ataque, indicando que sus combatientes estaban persiguiendo a soldados de Burundi que se escondieron en el campo de refugiados.