NUEVA YORK, sábado, 31 julio 2004 (ZENIT.org).- Mientras las Naciones Unidas y las organizaciones de planificación familiar continúan con sus esfuerzos para bajar las tasas de natalidad, algunos libros recientes han llamado la atención sobre los graves problemas económicos y sociales ligados al hecho de tener muy pocos hijos.

Un libro, «Bare Branches: The Security Implications of Asia’s Surplus Males Population», (Ramas Desnudas: Las Implicaciones de Seguridad del Exceso de Varones de la Población de Asia) echa un vistazo a las consecuencias de la sobreabundancia de varones jóvenes, llamados en chino «ramas desnudas». Valerie Hudson y Andrea den Boer observan que China e India, con el 38% de la población del mundo tienen un exceso de varones jóvenes que está más allá de lo que cualquier fuerza natural pudiera generar.

Los autores dedican un capítulo a la historia de la selección de sexos, indicando que el infanticidio femenino fue practicado en muchas culturas y épocas. La cultura asiática tiene una preferencia particularmente marcada por la descendencia masculina, y la tecnología moderna ha permitido que esta tendencia se aplique mucho más radicalmente que en el pasado.

Un porcentaje normal por sexos al nacer es de 105-107 varones por cada 100 niñas. Esto normalmente se iguala, con un porcentaje para la población total de cerca de 100 varones por cada 100 mujeres. Es difícil tener estadísticas de confianza sobre los porcentajes de nacimientos, observan los autores. En China, los estudios sobre el nivel de porcentaje de sexos al nacer van del 115,62 al 121,01 varones por cada 100 niñas. India muestra niveles del 111 al 113, con picos de 132 a 156 en algunas localidades. En Corea del Sur, tras alcanzar el 116,9 en 1990, el número se ha estabilizado en 109,6. En Taiwán, los datos del 2000 muestran 109,5 varones por cada 100 niñas.

El desequilibrio de nacimientos puede exacerbarse en los años posteriores debido a un mayor nivel de mortalidad infantil entre las niñas, atribuido a una falta de cuidados médicos adecuados. Varían las estimaciones en número de «mujeres perdidas» en Asia. El libro coloca la cifra de mujeres eliminadas en siete países de Asia en unos 90 millones. India y China cuentan, respectivamente, con el 43% y el 45% de este total.

Los autores calculan que en el 2020 India tendrá un exceso de población masculina entre los 15 y los 35 años de edad de entre 28 y 32 millones. El exceso correspondiente a China podría ser de entre 29 y 33 millones.

¿Cuáles serán las implicaciones de un exceso de varones tan grande? Refiriéndose a múltiples estudios, los autores describen algunas de las características comunes de un grupo de tales rasgos: bajo estatus socioeconómico debido a un mayor nivel de desempleo y a puestos de trabajo de bajos ingresos; una mayor probabilidad de comportamientos criminales; una subcultura de solteros caracterizada por la búsqueda del placer inmediato y una falta de preocupación por el futuro; una tendencia hacia el vicio y la violencia.

Contemplando las evidencias históricas, el libro observa que los gobiernos pueden tomar medidas para contrarrestar los efectos negativos de los desequilibrios en los porcentajes de sexos, pero sólo después de batallar mucho y a un alto coste. Los países asiáticos, en particular China e India, defienden los autores, tienen una tarea difícil por delante si esperan evitar un fuerte aumento de la violencia y los problemas sociales. La inestabilidad podría también conducir a un conflicto militar, opinan los autores.

Una amenaza a la prosperidad
Philip Longman, en su libro «The Empty Cradle» (La Cuna Vacía), se centra en las desventajas económicas de un rápido descenso de los nacimientos. Abandonados los temores a la «bomba de población», las economías modernas han dependido de poblaciones cada vez mayores. Los nuevos negocios se reúnen en áreas de población en crecimiento, y los sistemas de seguridad social dependen de un número de contribuyentes en aumento para financiar el bienestar de cada generación que se retira.

Hace notar que puede parecer que es ir contra la intuición el preocuparse por demasiados pocos niños, en un momento en el que la población mundial todavía esta creciendo en cerca de 75 millones al año. Las tasas de fertilidad, sin embargo, han caído a plomo en los últimos años y no hay nación industrializada que tenga bastantes nacimientos para sostener su población. Los datos de Naciones Unidas muestran que actualmente 59 países, que suman el 44% de la población mundial, no tienen suficientes niños para evitar un descenso de su población.

En Estados Unidos, incluso asumiendo los altos niveles de inmigración, el año 2050 un quinto de la población tendrá más de 65 años. La Oficina de Presupuestos del Congreso estima que los costes de los programas de seguros de enfermedad y cuidado médico se elevarán del actual 4,3% de los gastos económicos de la nación, hasta el 21% en el 2050. Longman advierte que elevar los costes de bienestar puede obligar a los gobiernos a aumentar los impuestos sobre los trabajadores, haciéndoles más difícil el tener familias numerosas.

El problema es incluso peor en las naciones en desarrollo, que han visto en muy poco tiempo descensos abruptos de fertilidad, sostiene. Para mediados de siglo, por ejemplo, las poblaciones de países como México y Turquía podrían tener una media de edad más alta que la de Estados Unidos.

Las proyecciones de Naciones Unidas contemplan una media de edad en Estados Unidos de 39,7 años en el 2050, una subida de 4,5 años de la edad actual. Además, a Estados Unidos le llevó 50 años subir de una edad media de 30 años a la actual. En contraste, en la próxima mitad de siglo la edad media de México subirá en 20 años, hasta los 42. Las proyecciones para América latina y la región del Caribe ponen la media de edad en el 2050 en 39,8 años, un poco más alta que la de Estados Unidos.

Muchos otros países están en la misma situación. En Argelia la media de edad subirá de 21,7 años en el 2000 a 40 en el 2050. Otra sociedad en rápido envejecimiento será China. En el 2040 se estima que el 26% de la población tendrá 60 años o más. Y si los países ricos tienen dificultades para financiar una población envejecida, las naciones en desarrollo harán frente a una tarea mucho más difícil, llegar a ser viejos antes que ricos.

Tormentas financieras
La quiebra fiscal a la que se enfrenta Estados Unidos debido a los costes de una población envejecida es el tema de otro libro, «The Coming Generational Storm» (La Tormenta Generacional que se avecina), de Laurence Kotlikoff y Scott Burns.

Los autores dedican la mayor parte de su libro a analizar la carga fiscal para el gobierno federal de una población más anciana. Acusan a políticos, de todos los partidos, de ignorar deliberadamente las cargas fiscales a largo plazo a favor de los intereses políticos a corto plazo.

El agujero financiero, la diferencia entre las futuras entradas y gastos del gobierno, estará en el orden de los 45 billones de dólares, según Kotlikoff y Burns. Tratar este agujero, calculan, significará que se necesitará doblar la cantidad pagada en impuestos que tendrán que hacer frente durante su vida los niños de hoy.

Los aumentos de impuestos en este orden llevarán a reducciones en las rentas netas, y si los impuestos sobre los negocios aumentan, éstos tendrán menos dinero para financiar las inversiones de capital. También precisan que cerrar el agujero fiscal será más y más doloroso cuanto más se retrasen las decisiones.

Una alternativa propuesta por los autores es poner en ejecución cambios en los sistemas de seguridad social y asistencia médica, reduciendo así los gastos futuros y alineando más plenamente sus pagos con las necesidades reales de la gente. También recomiendan que la gente deje de gast ar tanto y comience a ahorrar en serio para su retiro.

Algunos observadores han considerado estos tres libros demasiado pesimistas en sus predicciones. Pero incluso si el futuro no es tan triste como alguno de estos autores lo describe, la opinión económica corriente está de acuerdo en que el dramático descenso de la fertilidad planteará graves problemas a la economía mundial.

Si los gobiernos de mañana encuentran que los compromisos que han heredado «han drenado su capacidad financiera para responder, las adversidades, las crisis económicas y la agitación política podrían ser el resultado», concluía Peter Heller, director del Departamento de Asuntos Financieros del Fondo Monetario Internacional en su libro del 2003 «Who Will Pay?» (¿Quién Pagará?). La sociedad puede lamentar el día en que abrazó la lógica del movimiento de planificación familiar.