Patriarca ruso: La entrega del icono de Kazan, un gesto que alienta la reconciliación

Carta de agradecimiento de Alejo II al Papa

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MOSCÚ, martes, 31 agosto 2004 (ZENIT.org).- El Patriarca ortodoxo de Moscú, Alejo II, ha agradecido a Juan Pablo II la entrega del icono de la Madre de Dios de Kazan y considera que el gesto alienta la reconciliación entre ortodoxos y católicos.

La imagen, considerada como una de las más preciosas por los ortodoxos rusos, fue devuelta a la Iglesia ortodoxa en la mañana del sábado por el enviado papal, el cardenal Walter Kasper, en una solemne liturgia celebrada en la catedral de la Dormición –o Asunción– en el Kremlin.

«El traslado de este santo icono, traído por su enviado, es visto por la Iglesia ortodoxa rusa en su plenitud como un acto de restauración de justicia y como un acto de buena voluntad por parte de Su Santidad», afirma la misiva del patriarca ruso publicada este martes por la Sala de Prensa de la Santa Sede.

Juan Pablo II recibió en 1993 el icono de manos de una asociación católica que lo había rescatado del mercado negro del arte y que se lo entregó para que lo devolviera a su legítimo propietario, el patriarcado ruso.

«Creo que su decisión de entregar el icono muestra el sincero deseo de superar las dificultades existentes en las relaciones entre nuestras dos Iglesias», reconoce el patriarca.

«Que este evento se convierta en una contribución común a superar las negativas consecuencias de la historia del siglo XX, marcada por la persecución en una escala sin precedentes contra la fe en Cristo», desea la misiva patriarcal.

El amor que tanto católicos como ortodoxos experimentan por la Madre de Dios, sigue diciendo, «nos hace regresar a los tiempos de la Antigua Iglesia, cuando no se daban divisiones entre oriente y occidente tan visibles, por desgracia, en nuestros días».

«La Iglesia ortodoxa rusa, siempre, incluso en los momentos más difíciles de sus relaciones con la Iglesia católica romana, ha afirmado invariablemente su voluntad de desarrollar estas relaciones en el espíritu de sincera cooperación», escribe Alejo II.

«Vemos en el traslado del icono de Kazan un paso en la buena dirección con la esperanza de que en el futuro se haga todo lo posible para solucionar ciertos problemas que permanecen entre nuestras Iglesias», desea.

El patriarca considera que «la predicación de los valores cristianos a la sociedad secularizada tendrá resultado sólo si todos los cristianos cumplen con el mandamiento del amor del Salvador».

«La apertura en las relaciones entre los cristianos de diferentes confesiones presupone respeto por el otro –afirma–, conocimiento de su historia común y sensibilidad a la hora de emprender cualquier acción en los territorios en los que la otra tradición cristiana ha existido durante muchos siglos».

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ZENIT Staff

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