CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 21 enero 2005 (ZENIT.org).- Juan Pablo II considera que la Iglesia debe responder a las preguntas que plantea el sufrimiento y el dolor y al mismo tiempo salir concretamente en ayuda de los enfermos, en particular de los marginados.
Fue la propuesta que presentó a los a 60 miembros del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud que esta semana han celebrado su asamblea plenaria, en la que han celebrado los 20 años de vida de este dicasterio de la Santa Sede, actualmente presidido por el cardenal mexicano Javier Lozano Barragán.
«La Iglesia en su acción pastoral está llamada a afrontar las cuestiones más delicadas e ineludibles que surgen en el espíritu humano ante el sufrimiento, la enfermedad y la muerte», aseguró el Santo Padre en el encuentro.
«En la fe en Cristo muerto y resucitado estos interrogantes pueden encontrar el consuelo de la esperanza que no decepciona», añadió.
«El mundo actual, que con frecuencia no posee la luz de esta esperanza sugiere soluciones de muerte. De aquí se deriva la urgencia de promover una nueva evangelización y un intenso testimonio de fe operante en estas amplias áreas secularizadas», reconoció.
Por este motivo, el Papa alentó al Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud a continuar con su reflexión y sus programas sobre «la santificación del momento de la enfermedad y sobre el papel especial que tiene el enfermo en la Iglesia y en la familia, en virtud de la presencia viva de Cristo en toda persona que sufre».
En este Año de la Eucaristía (octubre 2004-octubre 2005), el Papa sugirió vivir «un compromiso pastoral más intenso en la administración tanto del Viático como de la Unción de los Enfermos», que «permiten al enfermo y a la comunidad de creyentes experimentar el consuelo que procede de la esperanza sobrenatural».
«Esto no debe, sin embargo, dispensar a los responsables de la Iglesia de una atención estimulante y operante a las estructuras en las que el enfermo sufre en ocasiones formas de marginación y de falta de apoyo social», siguió diciendo el Papa.
«Esta atención tiene que extenderse también a las áreas del mundo en las que los enfermos más necesitados, a pesar de los progresos de la medicina, siguen careciendo de medicinas y de asistencia adecuada», indicó.
«Además –reconoció–, la Iglesia debe prestar una atención particular a esas zonas del mundo en las que los enfermos de sida carecen de asistencia».
Con este objetivo, Juan Pablo II, a través del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, acaba de crear la Fundación «El Buen Samaritano», que busca «contribuir a ayudar a las poblaciones más afectadas con el necesario apoyo de ayudas terapéuticas» (Cf. Zenit, 17 de diciembre de 2004)
El Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, como estableció Juan Pablo II en el documento «Dolentium hominum» de 1985 tiene por objetivo orientar, apoyar y alentar la obra de las conferencias episcopales, de las organizaciones católicas en el campo de la salud, así como de los profesionales de la medicina.