BARCELONA, lunes, 24 enero 2005 (ZENIT.org–Veritas).- «El pobre, el discapacitado mental me revela mi propia pobreza y cuando descubro mi pobreza, tengo más necesidad de Dios». Así lo considera Jean Vanier, fundador de las comunidades del Arca, que ofreció un retiro sobre cómo vivir la diferencia en un mundo plural el pasado fin de semana en el seminario de la localidad barcelonesa de Vic.
Sobre las comunidades que fundó en el año 1964 y que actualmente ofrecen a personas con disminución psíquica más de cien hogares con talleres, repartidos por treinta países de todo el mundo, donde compartir la vida y el trabajo, Vanier explicó que «al iniciarlas, quería mostrar a los pobres lo importantes que eran viviendo con ellos».
«Entonces descubrí que aquello era un camino del Evangelio porque el pobre nos hace vivir en verdad –explicó-: todos somos pobres y condenados a muerte; todos somos frágiles, todos queremos demostrar que somos mejores que los demás; de esta manera siempre estamos huyendo de lo más importante de nosotros y verdaderamente no sabemos quienes somos».
«Las personas con discapacidad mental me muestran cuál es mi discapacidad –continuó–. Su violencia revela mi violencia; comenzamos a descubrir la verdad de nuestro interior y entonces comenzamos a descubrir también la verdad de Dios».
«La persona discapacitada que acoge su discapacidad me muestra la dificultad que yo tengo para acoger mis propias debilidades, de manera parecida a las personas que van a morir y que, cuando acogen su muerte, revelan en los que los cuidan su miedo a morir», prosiguió.
«Por eso, el Arca es un camino hacia Dios –añadió Vanier–. Un camino de pobres, porque para acoger a Jesús hay que ser pobres; Él mismo, que es la belleza del Verbo de Dios, es un gran pobre, pero un gran pobre que acoge la fuerza de Dios; no hay cristianismo si no descubrimos nuestra pobreza».
La solidaridad y el sentido de culpabilidad
«La recogida de una cantidad tan grande de dinero para las víctimas del tsunami nos muestra muchas cosas sobre la solidaridad, sobre la capacidad de compasión del corazón humano, pero también sobre la culpabilidad», señaló Vanier.
«Como vivimos tan bien y tenemos tantas cosas, no podemos ver en la televisión personas que lo han perdido todo –explicó-. En el ser humano existe un deseo de ayudar, que también se muestra hacia las personas discapacitadas, pero a la vez éste se enfrenta al deseo de querer desembarazarse de esa persona diferente».
«Es innegable que la persona distinta nos molesta –continuó, refiriéndose más concretamente a los discapacitados- y muchos se enfrentan a estas personas internándolos en instituciones o matándolos antes de nacer».
Para romper los prejuicios ante las personas discapacitadas, el fundador de las comunidades del Arca propone «encontrarse verdaderamente con ellas» y descubrir lo que nos revelan sobre nosotros y la presencia de Dios en ellos.
Ante la enfermedad y la muerte, Vanier aconseja no pasar demasiado tiempo preguntándose por ellas o con disputas teológicas, sino pasar más tiempo acogiendo y ayudando: «Lo importante no es preguntarnos el por qué del sufrimiento, sino ponernos en camino para aliviarlo –señaló-. Lo importante no es preguntarnos por qué la muerte, sino ponernos en camino para acompañar a la gente a morir».