CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 21 enero 2005 (ZENIT.org).- Símbolo del diálogo entre la Iglesia y el cine, este jueves se presentó en el Vaticano la sala restaurada de proyecciones de la Filmoteca Vaticana.
En esta sala el Papa ha visto varias películas, en ocasiones junto a sus directores cinematográficos, como fue el caso de «La vida es bella» del italiano Roberto Benigni, según recordó en el acto de presentación el arzobispo John P. Foley, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales.
Con su interés por el cine, siguió diciendo el prelado estadounidense, y con los contactos que el Consejo Pontificio ha creado en este lugar con el mundo de la producción cinematográfica, la Iglesia subraya la importancia que tiene este lenguaje para presentar los valores del Evangelio.
La Sala, que se encuentra en la sede de ese Consejo (el Palacio de San Carlos, en el Vaticano), ha sido dedicada al cardenal Andrzej Maria Deskur, nacido en Polonia hace 80 años, gran amigo ya desde su juventud de Karol Wojtyla, subsecretario de la Comisión Pontificia para el Cine, la Radio y la Televisión de 1954 a 1965 y presidente de la Comisión Pontificia (hoy Consejo Pontificio) de las Comunicaciones desde 1973 hasta 1984.
El arzobispo Foley recordó que esa misma sala fue la sede de la Oficina de informaciones vaticana para los prisioneros de guerra que durante la segunda guerra mundial, que gracias a de las ondas de «Radio Vaticano» permitió que miles de personas pudieran encontrar a sus seres queridos dispersos por el planeta.
El pasado y el presente de esta sala, con capacidad para algo más de unas cuarenta personas, es una muestra del diálogo que la Iglesia entabla con el mundo de la expresión cinematográfica, subrayó en declaraciones a Zenit el delegado de la Filmoteca Vaticana, monseñor Enrique Planas.
En el acto de presentación de la sala, en el que participó Giuliano Urbani, ministro italiano de Bienes y Actividades Culturales, se presentaron dos películas custodiadas en la Filmoteca Vaticana decisivas para la historia del cine.
La primera fue «León XIII en los Jardines Vaticanos» (1896), breve secuencia en la que se ve al anciano pontífice bendiciendo a la cámara, como dando su auspicio a las potencialidades de este lenguaje.
A continuación, se proyectó el «El Infierno», obra, de 1910, inspirado en la «Divina Comedia» de Dante Alighieri, y que hasta hace poco tiempo se creía irremediablemente perdido. Para monseñor Planas «esta película tiene un valor excepcional, pues utilizó por primera vez los efectos especiales en clave moderna». La obra ha sido restaurada por la Filmoteca Vaticana.
Por último, se presentó «La mirada de Miguel Ángel», un cortometraje sobre el Moisés en presencia de su mismo autor, el italiano Michelangelo Antonioni, de 92 años, quien en 1995 recibió el Oscar a la carrera.
La película, con fuertes contrastes de luces y sombras, con planos increíblemente cercanos e intensos, expresa magistralmente la maravilla del artista ante la fuerza y la belleza expresiva plasmada en mármol por Miguel Ángel en la escultura que alberga la basílica de San Pedro en Vincoli de Roma.
La película de Antonioni, explica monseñor Planas, «subraya cómo a través de la imagen, y a través de la imagen que enfoca una escultura de Miguel Ángel, se puede transmitir una espiritualidad intensa».
La restauración de la sala «Cardenal Deskur» ha tenido lugar gracias al patrocinio del presidente del Instituto Luce, Andrea Piersanti, y del administrador delegado de Cinecittà Cinema, Dario Piazzi.
En la obra han colaborado, además, la arquitecta Antonella Vassena, y otras empresas italianas como Frau (ha donado las butacas), Cinemeccanica (instrumentos de última tecnología), y «One Team» (ha creado la ambientación o «rendering».
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Jan 21, 2005 00:00