CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 1 enero 2005 (ZENIT.org).- Juan Pablo II lanzó un llamamiento al comenzar el año a los creyentes de todas las religiones y a los que se reconocen en la «ley moral universal» a promover la paz a través del diálogo, la justicia y el perdón.

La petición del pontífice resonó en la Basílica de San Pedro del Vaticano este sábado durante la misa que presidió en la trigésimo octava Jornada Mundial de la Paz, que en este año ha celebrado con el lema «No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien».

«Ante las múltiples manifestaciones del mal, que por desgracia laceran a la familia humana, la exigencia prioritaria es promover la paz, utilizando medios coherentes, dando importancia al diálogo, a las obras de justicia, y educando en el perdón», afirmó el pontífice en su primera intervención pública de 2005.

«Vencer al mal con las armas del amor se convierte la manera en que cada quien puede contribuir a la paz de todos», subrayó el obispo de Roma, quien demostraba estar en discreta forma física.

«Por esta senda están llamados a caminar los cristianos y los creyentes de las diferentes religiones, junto con quienes se reconocen en la ley moral universal», añadió en la eucaristía que fue celebrada por el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado del Vaticano, en un templo lleno de fieles.

En la celebración estaban presentes en las primeras filas los embajadores de los 174 países que mantienen relaciones diplomáticas con la Santa Sede.

Juan Pablo II dirigió un cordial saludo a los representantes diplomáticos de los países «particularmente golpeados en estos días por el enorme cataclismo que se ha abatido sobre ellos», provocando unos 150.000 muertos, según previsiones de la ONU.

Después de la misa, al rezar el Ángelus junto a 40.000 peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro del Vaticano, volvió a asegurar su oración por las víctimas de la catástrofe y por sus familiares, y aplaudió «la carrera de solidaridad que se está desarrollando en todas las partes del mundo».

« Este sentido solidaridad humana, además de la ayuda de Dios, fundamenta la esperanza en días mejores durante el año que hoy comienza», reconoció.

En las oraciones de los fieles de la misa, que se pronunciaron en ruso, árabe, swahili, alemán, chino, italiano y portugués, se rezó para que los terroristas comprendan que «la violencia no resolverá nunca los problemas de la dignidad, de la vida y de la libertad de los seres humanos».

Los cantos de la liturgia corrieron a cargo del coro de la Capilla Sixtina, del coro alemán «Die Sternsinger» de Aachen (con 70 voces), del coro estadounidense Amarillo Diocesan Choir (con 133 voces), y del coro «Mater Ecclesiae» (con 100 voces).