SYDNEY, sábado, 10 diciembre 2005 (ZENIT.org).- La píldora abortiva RU-486 causa una vez más divisiones. Los defensores de este medicamento, también conocido por sus nombres más técnicos de Mifeprex o Mifepristone, están intentando obtener los permisos para introducir la píldora en Italia y en Australia.
En Australia, la píldora abortiva ha sido prohibida por las autoridades federales. Desde 1996, las importaciones de la píldora requieren una aprobación específica del ministro de sanidad, que normalmente la deniega.
Tras las últimas presiones para permitir que se vote el levantamiento de las restricciones, el primer ministro John Howard anunciaba el 29 de noviembre que los miembros del parlamento podrían emitir un voto de conciencia y libre sobre el tema, informó el 30 de noviembre el periódico Age. La votación podría tener lugar el próximo febrero.
Los argumentos a favor de la RU-486 recibieron mayor apoyo tras el cambio de política de la Australian Medical Association que ahora apoya su uso, informó el 8 de noviembre el Sydney Morning Herald.
La líder del partido demócrata australiano, Lyn Allison, anunció poco después su intención de introducir enmiendas a la legislación que eliminarían las restricciones actuales. La iniciativa de los demócratas australianos, un pequeño partido político, recibió apoyo de miembros de los dos principales partidos, el liberal y el laborista.
Quienes se oponen a la píldora han apuntado algunas preocupaciones que dimanan de su utilización. En un artículo de opinión publicado el 12 de noviembre en el periódico Australian, Christopher Pearson hacía notar que algunas mujeres habían fallecido tras utilizar el medicamento.
«Eventos adversos»
Según Pearson, la primera fatalidad de la que se tiene conocimiento tuvo lugar en Francia en 1991. Luego indicaba que dos muertes en Canadá llevaron a funcionarios de la nación, en septiembre del 2001, a suspender temporalmente los ensayos de este medicamento. Aquel mismo año, una mujer de 38 años de Tennesee murió después de haber tomado el medicamento. En Suecia una niña de 6 años falleció tras la administración de la RU-486 en un hospital. En enero del año pasado, el gobierno británico anunció dos muertes que se atribuyeron a la RU-486.
En Estados Unidos se ha informado de cierto número de fatalidades. Ha habido siete casos casi fatales de graves infecciones bacterianas. Se han registrado otros 72 casos en los que se necesitaron transfusiones de sangre. En total, las autoridades han anotado 676 «informes de eventos adversos», según Pearson.
También indicó que, según la advertencia preliminar del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, hasta un 10% de las mujeres que utilizan la RU-486 acaban en un hospital sometiéndose a un procedimiento de dilatación y cura.
Pro-mujer
La oposición a la píldora también ha venido de la Iglesia. «La RU-486 es una respuesta química a los complejos problemas a los que se enfrenta una mujer que se queda embarazada en circunstancias difíciles. Pero no es la solución», afirmaba, el 20 de noviembre, la Dr. Brigid Vout, directora ejecutiva de la Life Office archidiocesana de Sydney al Catholic Weekly, el periódico semanal diocesano.
La doctora Catherine Lennon, presidenta de Doctor for Life en el estado Nueva Gales del Sur, describía la RU-486 como un «pesticida humano» altamente tóxico. Observó que causa graves deformidades físicas en los bebé sobreviven y que puede hacer grave daño físico y psicológico a las mujeres que se enfrentan a perder un bebé de 6 a 12 semanas de desarrollo solas en casa.
Durante una asamblea plenaria de los obispos católicos australianos, celebrada en Sydney, hicieron pública una declaración el 25 de noviembre sobre la RU-486. «Esta solución química a un importante problema social y personal no es en realidad una solución», declaraban.
Citando al Papa Juan Pablo II, los obispos defendían que es el momento de que la comunidad se vuelva «radicalmente pro-mujer». «Multiplicar los métodos de aborto sólo será multiplicar la pena», concluían.
Infecciones
En los últimos meses han surgido nuevas informaciones de problemas con la píldora. El 18 de julio, Reuters informó de que el fabricante del medicamento, Danco Laboratories, había admitido que cinco mujeres que tomaron la píldora murieron de infecciones bacterianas, desde su introducción en Estados Unidos hace cerca de cinco años. Una de las muertes tuvo lugar en Canadá.
Danco declaró que había enviado una carta alertando a los médicos sobre los casos y había puesto información de advertencia en la etiqueta del medicamento. La etiqueta ya lleva una advertencia sobre la posibilidad de que las mujeres que consumen el medicamento tengan infecciones graves y, en ocasiones, fatales, según Reuters.
El New York Times informó el 23 de noviembre de que la Administración para la Alimentación y los Medicamentos de Estados Unidos (FDA) había descubierto que cuatro mujeres, que murieron en Estados Unidos tras tomar la píldora abortiva, sufrieron de una infección bacteriana rara y altamente letal.
Las cuatro muertes tuvieron lugar en California, y el FDA llevó a cabo pruebas para ver si las píldoras distribuidas pudieran estar contaminadas. No lo estaban, informó el New York Times. El FDA y centros federales para el control y prevención de enfermedades han decidido convocar un encuentro científico a inicios del próximo año para debatir sobre estas muertes.
Según el periódico, la píldora abortiva se ha utilizado en más de 500.000 abortos médicos en Estados Unidos desde su aprobación en septiembre del 2000.
Como consecuencia de las últimas informaciones, el senador norteamericano por Carolina del Sur, Jim DeMint, declaró que la FDA le había informado que se restringirían las ventas de la RU-486, si resultaba que las muertes estaban relacionadas con el medicamento, informó el 27 de noviembre el Baltimore Sun. «Son conscientes, cada vez más, de que es un medicamento peligroso», afirmó DeMint en la entrevista.
Presión en Italia
En Italia, el gobierno restringe la importación de la RU-486. Pero algunas autoridades regionales están presionando para permitir el uso de este medicamento. Los hospitales de las regiones del Piemonte y la Toscana, y algunos de Roma, se han mostrado favorables a utilizar una medida administrativa que permitiera la importación de la píldora en algunas circunstancias, informaba La Repubblica el 15 de noviembre.
El periódico también informó de la oposición a estas presiones. El ministro de sanidad italiano, Francesco Storace, se quejó sobre esta suerte de competición de algunas autoridades regionales, inspirada en valores negativos, como es la promoción del aborto.
La prensa italiana ha informado ampliamente sobre el tira y afloja resultante entre el ministro de salud y las autoridades regionales. Desde julio, se ha publicado información contradictoria sobre los planes de algunos hospitales de utilizar la píldora abortiva, y la cuestión ha quedado sin resolver.
Un artículo del 22 de septiembre en el periódico La Stampa informaba de que Storace había firmado una orden prohibiendo el uso de la píldora abortiva, introducida para uso local poco antes por el Hospital de Santa Ana de Turín. Pero otra información, en La Repubblica el 14 de noviembre, afirmaba que algunos expertos del gobierno piensan que la importación del medicamento es todavía legalmente posible si es autorizada por los responsables del hospital.
La controversia sobre la píldora abortiva se ha mezclado con la preocupación por los centros consultivos en Italia que aconsejan a las mujeres abortar. Las organizaciones pro vida y la Iglesia están presionando para que haya presencia de representantes pro-vida en los centros, para dar a
las mujeres una alternativa al aborto cuando buscan consejo.
En una declaración con fecha 21 de noviembre, los obispos italianos observaban el esfuerzo en curso para abolir las normas que cuidan la vida desde el momento de la concepción. Afirmaba que el esfuerzo, hecho presumiblemente en nombre de la libertad y la felicidad, es un «trágico engaño» que sólo conducirá a la esclavitud y a la infelicidad de quienes construyen su futuro basándose en sus deseos subjetivos y los medios técnicos separados de cualquier base ética. Una advertencia digna de reflexión.