WASHINGTON, sábado, 10 diciembre 2005 (ZENIT.org).- Las Navidades, según parece, ya no serán un tema tabú. El 29 de noviembre, el Washington Times informaba que el portavoz de la cámara de representantes de Estados Unidos, Dennos Hastert, declaró a funcionarios federales que el árbol del césped oeste del Capitolio cambiará su nombre por el de «Árbol de Navidad del Capitolio». En los últimos años había recibido el nombre de «Árbol de Fiesta».
Llamar al árbol de Navidad árbol de Navidad se ha convertido en un asunto polémico en muchas comunidades, observaba el artículo. En Boston, hace quince días la página web de la ciudad se refirió al árbol puesto en el ayuntamiento de Boston como «árbol de fiesta». Tras las protestas y las amenazas de demandas, el alcalde Thomas Menino anunció que se denominaría árbol de Navidad, cambio que también llegó a la página web de la ciudad.
La batalla sobre los adornos, villancicos y la terminología de Navidad comenzó, en algunos países, a principios de noviembre. La controversia tuvo su comienzo en Estados Unidos cuando Wal-Mart defendió su práctica de felicitar a la gente con «Felices Fiestas» en vez de «Feliz Navidad». La compañía recibió duras críticas de Bill Donahue, presidente de la Liga Católica para los Derechos Religiosos y Civiles.
En una nota de prensa con fecha del 9 de noviembre, Donahue también criticó la declaración de Wal-Mart que afirmaba que las Navidades son una mezcla de antiguas tradiciones, compuestas de elementos tales como el shamanismo siberiano, costumbres celdas y godas, y el culto a Baal. Donahue pidió un boicot al gigante de venta al por menor.
La disputa acabó rápidamente. Donahue anunció dos días más tarde que Wal-Mart retiraba su declaración sobre los orígenes de la Navidad, y realizaba también cambios en su página web. La empresa, no obstante, mantendrá las felicitaciones con «Felices Fiestas».
En Australia, los defensores de la Navidad convirtieron en éxitos las derrotas del año pasado. El premier del estado de Victoria, Steve Bracks, dio su respaldo oficial a que las escuelas públicas tuvieran belenes, villancicos y otras celebraciones, informó el 21 de noviembre el Herald Sun. El periódico observó que, el año pasado, algunas escuelas prohibieron los belenes y el canto de villancicos por miedo a ofender a los niños no cristianos.
Corrección política
«Quienes no quieran participar no tienen por qué hacerlo, y quienes quieran celebrar a su manera pueden hacerlo», dijo Bracks. Y añadió: «Incluso los de otras religiones aceptan las celebraciones cristianas y el gobierno tendrá cuidado de asegurar que no haya prohibiciones para cualquiera de estas actividades».
El vicario general de la archidiócesis de Melbourne, monseñor Les Tomlinson, afirmó que las prohibiciones de los belenes y de los temas cristianos no eran más que corrección política disparatada, informó el Herald Sun.
Y en Sydney, el alcalde, Clover Moore, puso más hincapié en el mensaje cristiano de las celebraciones de este año, informó el 24 de noviembre el Sydney Morning Herald. Se criticó lo realizado el año pasado por ser discreto y no lo bastante cristiano, declaró el periódico.
Por su parte, la archidiócesis de Adelaida organizó una ceremonia para bendecir figuras para belenes, indicó una nota de prensa el 27 de noviembre. El arzobispo Philip Wilson ha importado esta costumbre comenzada por el Papa Juan Pablo II en Roma. El Santo Padres solía invitar a los niños italianos a traer las figuras de sus belenes para una bendición especial. Desde el 2003, esta bendición especial tiene lugar en Adelaida el primer domingo de Adviento.
«Esta es una tradición maravillosa», afirmó Mons. Wilson, «recordar a los niños y padres durante el agitado periodo navideño el significativo mensaje de esperanza, paz, tolerancia y perdón en el relato del Dios encarnado en un bebé nacido a una pareja pobre alojada en un establo».
¿Sentimientos de culpabilidad?
Los conflictos sobre las celebraciones navideñas son el tema de un libro recientemente publicado. En «The War on Christmas», publicado por Sentinel, el periodista John Gibson describe cómo han aumentado en Estados Unidos las restricciones a la Navidad, a pesar del hecho de que la población es mayoritariamente cristiana.
En las escuelas, los árboles de Navidad son denominados comúnmente como árboles de la amistad, o árboles de fiesta. Los niños no pueden tener fiestas de Navidad, en su lugar tienen las fiestas de invierno. Algunas escuelas, cuenta Gibson, han prohibido incluso los colores tradiciones del rojo y el verde en su celo por cambiar la Navidad por una celebración invernal.
Según Gibson, la mayoría de los que están a la vanguardia en la prohibición de las Navidades son «cristianos liberales con complejo de culpabilidad», ayudados por laicistas declarados, humanistas y relativistas culturales. Y organizaciones como la American Civil Liberties Union (ACLU) proporcionan el respaldo legal.
Los funcionarios locales recibirán a menudo cartas amenazantes que se oponen a cualquier exhibición pública de la Navidad. Enfrentados a los altos costes legales si una demanda prospera, las autoridades escolares y municipales suelen conformarse rápidamente, haciendo desaparecer cualquier mención a la Navidad.
Gibson sostiene que la mentalidad liberal que intenta eliminar la Navidad considera la religión como una actividad completamente personal que debería confinarse a la práctica privada. Pero, curiosamente, sólo el cristianismo es el objetivo. Las celebraciones judías, hindúes o musulmanas no se consideran una amenaza, sino un signo bienvenido de diversidad cultural. En contraste, cualquier exhibición pública de los símbolos o fiestas cristianas se considerada culpable de excluir a los demás grupos, o de imponer creencias.
El libro recoge ampliamente ejemplos en los que los símbolos de la Navidad han sido eliminados. En Covington, Georgia, en el 2000, se previno a la dirección escolar de que pusieran la palabra «Navidad» en el calendario, para identificar el periodo de vacaciones.
El abogado de ACLU, Craig Goodmark, sostuvo que el uso de la «Navidad» en el calendario para describir las vacaciones de diciembre sería inconstitucional y enviaría un mensaje hostil a las familias no cristianas.
Religión y vida pública
Al año siguiente, en la ciudad texana de Plano, las escuelas primarias prohibieron cualquier símbolo de la Navidad. Las vacaciones de diciembre habían sido ya privadas de su título de fiestas de Navidad, y la fiesta de Navidad se convirtió en la fiesta de invierno. En el 2001, las autoridades escolares prohibieron a los estudiantes escribir «Feliz Navidad» en las tarjetas de felicitación que iban a dar sus compañeros estudiantes. Y para la fiesta de invierno, las tazas, los platos y las servilletas no podían tener el color rojo ni el verde, que eran juzgados símbolos de la Navidad.
El mes de diciembre del año pasado, la ciudad de Mustang, en Oklahoma, vivió un conflicto sobre el contenido del desfile de Navidad en la escuela primaria local. Durante las últimas dos décadas la escuela había celebrado un desfile que incluía un belén, y también referencias a Kwanzaa (un festival cultural afro-americano) y la Hanukkah (la fiesta judía de las luces).
Pero surgió el miedo a posibles acciones legales. Como resultado, el superintendente de las escuelas, Kart Springer, dio la orden de quitar el belén del desfile, pero se permitió que el resto de elementos religiosos no cristianos permanecieran.
Gibson indica que la solapada lucha anual sobre la Navidad esconde una guerra contra los cristianos. «Se ha abierto la temporada de los derechos constitucionales de los cristianos», escribe.
Los defensores de la guerra a la Navidad afirman que están manteni
endo la constitución de Estados Unidos. Esto es no es correcto, sostiene Gibson, puesto que buscan imponer el ir más allá de lo que el Tribunal Supremo ha determinado.
De hecho, el Tribunal Supremo nunca ha declarado que el árbol de Navidad sea inconstitucional o que deba prohibirse el cantar villancicos. Igualmente, nunca ha dicho que utilizar la palabra «Navidad» en un documento público sea inconstitucional. No obstante, estos paladines declaran con regularidad que estos símbolos deberían prohibirse porque violan la separación iglesia estado.
El libro concluye observando que está teniendo lugar una reacción contra las campañas anticristianas. Un buen regalo para quienes les gusta la Navidad.