CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 18 diciembre 2005 (ZENIT.org).- Al acercarse la Navidad, Benedicto XVI invitó este domingo a cultivar el «recogimiento interior» ante un mundo «demasiado ruidoso», que hace difícil escuchar a Dios.
Y como modelo para vivir en este ambiente de «silencio», presentó a san José, el padre adoptivo de Jesús, silencio que «no manifiesta un vacío interior, sino más bien la plenitud de fe que lleva en el corazón».
«¡Dejémonos contagiar por el silencio de san José!», propuso el Papa a los miles de peregrinos que se congregaron en la plaza de San Pedro del Vaticano en un mediodía frío y soleado.
«Nos hace tanta falta en un mundo con frecuencia demasiado ruidoso, que no favorece el recogimiento y la escucha de la voz de Dios», constató hablando desde la ventana de su estudio.
En este tiempo de preparación de la Navidad, propuso, «cultivemos el recogimiento interior para acoger y custodiar a Jesús en nuestra vida».
En este sentido, el Papa sugirió a los creyentes establecer en estos días «una especie de diálogo espiritual con san José para que nos ayude a vivir en plenitud este gran misterio de la fe».
El obispo de Roma recordó que su predecesor, Juan Pablo II, «que era muy devoto de san José», dedicó a este hombre «justo» la exhortación apostólica «Redemptoris Custos», «Custodio del Redentor».
En este documento, firmado el 15 de agosto de 1989, el Papa Karol Wojtyla daba «una importancia particular al silencio de san José», un silencio, como reconoció Benedicto XVI, «impregnado de la contemplación del misterio de Dios, en actitud de disponibilidad total a la voluntad divina».
«Un silencio por el que José, junto con María, custodia la Palabra de Dios, conocida a través de las sagradas Escrituras, cotejándola continuamente con los acontecimientos de la vida de Jesús; un silencio entretejido de oración constante, oración de bendición del Señor, de adoración de su santa voluntad y de confianza sin reservas en su providencia».
El Santo Padre concluyó reconociendo que «no es exagerado pensar que Jesús aprendiera –a nivel humano– precisamente del «padre» José esa intensa interioridad, que es la condición de la auténtica justicia, la «justicia interior», que un día enseñará a sus discípulos».
El encuentro con los peregrinos tuvo lugar tras concluir la visita del Papa a la iglesia de Santa María del Consuelo, la primera visita que el nuevo obispo de Roma realiza a una parroquia de la ciudad eterna.