La Iglesia en América ante los desafíos de la bioética y las nuevas tecnologías

CUERNAVACA, domingo, 18 diciembre 2005 (ZENIT.org).- Publicamos las conclusiones del primer seminario de la Iglesia y la sociedad civil sobre «Bioética, nuevas tecnologías y su incidencia cultural», celebrado en la ciudad mexicana de Cuernavaca del 3 al 5 octubre 2005.

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Las conclusiones han sido publicadas por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). El encuentro fue convocado por el departamento
«Familia, Vida y Cultura» de este organismo episcopal.

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Introducción:

1. Los participantes en el primer Seminario de la Iglesia y la Sociedad Civil sobre Bioética, Nuevas Tecnologías y su Incidencia Cultural, convocados por el Departamento de «Familia, Vida y Cultura» del CELAM, provenientes de diversos países Latinoamericanos y del Caribe y de distintas ciencias bases relacionadas con la Bioética, queremos presentar nuestras consideraciones generales, como fruto del trabajo de estudio y reflexión de estos días. Deseamos destacar y agradecer la guía e iluminación especial que recibimos al inicio del Seminario, por medio de la presencia y palabra de Su Excia. Revma. Mons. Elio Sgreccia, Presidente de la Pontificia Academia para la Vida.

2. La Iglesia que peregrina en América Latina cree en Jesucristo, Señor de la Historia, Camino, Verdad y Vida, y lo sigue como Pastor y Maestro que le enseña a encontrarse con todos los Hombres de buena voluntad, por medio del diálogo, el servicio y el testimonio. Estas características de la vocación cristiana, se presentan con especial urgencia en nuestro tiempo en relación a los científicos, a los especialistas en las llamadas «nuevas tecnologías» y a todos aquellos involucrados en el debate bioético que constituye la frontera de mayor desafío entre ciencia y fe, que son como las dos alas por las que el ser humano se eleva para contemplar la verdad.
<br> 3. Nuestro Continente, tierra de esperanza, se abre paso hacia el futuro contando con un patrimonio humano y natural particularmente rico y está llamado a desempeñar un papel protagónico en el futuro desarrollo de la vida en el Nuevo Milenio. En el necesario diálogo, razón y fe, la Iglesia puede ofrecer su positiva experiencia y enseñanza sobre la persona humana y su lugar en el mundo, sobre la vocación del Hombre en relación con los otros Hombres, con la naturaleza y las cosas. Será esencial encontrar un lenguaje común que nos permita recorrer juntos, el camino de la investigación y el estudio sobre la persona y el bien común, desde la perspectiva de la bioética personalista; sin fatalismos y siendo capaces de discernir las bondades de la técnica al servicio de la humanidad.

4. Siguiendo el ejemplo de la Virgen María, quién con su «sí» dio paso a Cristo, la Iglesia dice «sí» a la vida del Hombre. Contemplándola desde la razón y con profunda fe, confirma el «sí» al derecho de toda persona a nacer de un padre y una madre y crecer en el seno de una familia, a ser original e irrepetible, a la dignidad de la vida en todas sus manifestaciones, desde la concepción hasta la muerte natural, recordando y reconociendo la condición de creatura del Hombre, con su valor trascendente, y su referencia última a Dios, que es el valor absoluto.

Nuevas fronteras y desafíos:
5. Especial atención merecen algunos temas de particular relevancia como la sexualidad y procreación humana, el hijo en su vida prenatal, el neoeugenismo, el dominio sobre el dolor y la muerte y las biotecnologías vinculadas a la vida humana, los alimentos y el medio ambiente. Todas las personas tienen obligaciones muy concretas para con el tema ambiental por medio de una apertura a una perspectiva espiritual y ética, que supere las actitudes y ‘los estilos de vida conducidos por el egoísmo que llevan al agotamiento de los recursos naturales’ , para no caer en los pecados sociales que claman al cielo, porque generan violencia, rompen la paz y la armonía entre comunidades de una misma nación, entre las naciones y entre las diversas partes del Continente con una irrazonable destrucción de la naturaleza . «Estos pecados manifiestan una profunda crisis debido a la pérdida del sentido de Dios y a la ausencia de los principios morales que deben regir la vida de todo hombre. Sin una referencia moral se cae en un afán ilimitado de riqueza y de poder, que ofusca toda visión evangélica de la realidad social.»

6. Una frontera llena de desafíos pastorales, dificultades educativas y formativas es aquella que se refiere a la sexualidad y la procreación humana. La mentalidad anticonceptiva y antinatalista que deriva en una mentalidad abortista, ha dado vida a una gran conjura contra la vida que afecta el desarrollo y crecimiento de nuestros jóvenes, el matrimonio y la familia. A esto se suman la ideología de género y las Tecnologías de Reproducción Artificial (TRA), que no respetan la dignidad de la procreación humana y ahondan aún más la separación de la dimensión unitiva y procreativa de la sexualidad separando el amor y la procreación. Es imperiosa la enseñanza y confirmación de una antropología plena y unitaria: Dios y Hombre, Cristo e Iglesia, cuerpo y espíritu, amor y vida, comunión varón – mujer.

7. La segunda frontera es la vida del hijo en su etapa prenatal. Los debates y el relativismo sobre el inicio de la vida, genética, contracepción, esterilización, aborto, TRA, congelamiento de embriones, extracción de células estaminales, ponen en especial peligro la vida del embrión. Muchas veces la discusión a nivel filosófico, científico y legislativo acerca de la identidad y el estatuto del embrión humano, trata de negar la realidad de una vida humana individual propiamente dicha. Es necesaria una gran claridad para que el dato científico esté en contacto con el antropológico y consecuentemente con la conclusión ética, conforme a las instancias de la razón y de las enseñanzas del Magisterio.

8. La tercera frontera es el neoeugenismo. Los descubrimientos referidos al ADN, al genoma, al diagnóstico ecográfico y genético nos han colocado frente al eugenismo de segundo nivel consistente en una selección que se convierte en supresión de aquellos seres humanos que no son considerados idóneos a una vida digna de ser vivida. Lo mismo sucede con la llamada reducción embrionaria o fetal que se compara con las prácticas nazis que tenían un propósito político-racista de eliminación de aquellos que no eran útiles o considerados necesarios. Aunque esta comparación ha sido cuestionada, hay que reconocer que, contra todo principio de igualdad, mediante esa práctica, se suprimen seres humanos que no son considerados funcionales para la sociedad.
Se prospecta ya el eugenismo de tercer nivel (transgénesis) que incorporaría nuevos genes capaces de modificar y alterar la constitución genética del sujeto y su descendencia.

9. La cuarta frontera es la del dominio del dolor y de la muerte. Crecen en el mundo los movimientos pro-eutanasia y se ejercen presiones sobre los parlamentos para la legalización de la misma. Es necesario, en el ámbito de la práctica pastoral, un compromiso para una formación de los profesionales de la salud acerca de la eutanasia, el encarnizamiento terapéutico, el uso de terapias proporcionadas, el respeto de la voluntad (libre y responsable) del paciente acerca de las terapias extraordinarias. Al mismo tiempo, se deben promover los cuidados paliativos y la formación de la familia y del equipo de salud para acompañar a la persona en el proceso de su muerte natural y digna.

Debemos estudiar y conocer el «Corpus Vitae» (especialmente Humanae Vitae, Donum Vitae, Evangelium Vitae) de la Iglesia y revisar la catequesis del dolor y la muerte, iluminados por Salvificis Doloris, en la perspectiva cristiana del amor redentor y de la esperanza, que nos abre el camino hacia la plenitud de la vida y la resurrección.

10. Las Biotecnologías y todas sus buenas posibilidades deberán aplicarse buscando beneficios objetivos para la persona y el medio ambiente, pero con la precaución necesaria que lleve a disminuir los riesgos probables y rechazar los derivados de su mal uso. En este sentido, las culturas milenarias pueden aportarnos su experiencia de
armónica y respetuosa convivencia con su entorno vital.

Vemos cómo las biotecnologías relacionadas con los alimentos transgénicos han permitido una mejora agroindustrial y una mayor producción. Sin duda, hay que estar atentos y aplicarles rigurosos controles, pero, al mismo tiempo, hay que trabajar en la información y el conocimiento de las mismas y sus lógicos riesgos.

A pesar de ellas, sigue existiendo hambre en nuestro Continente, produciéndose una paradoja escandalosa e incomprensible: hay hambre en países que, aún dando de comer a toda su población, podrían seguir exportando por cantidades millonarias. Creemos que es peligrosa e injusta la mala distribución de alimentos y la falta de concientización sobre el cambio de hábitos alimenticios y culturales.

Queremos recordar también la necesidad de prepararnos para la, cada vez más cercana, sociedad del «post-petróleo». A pesar de las iniciativas ya existentes en América Latina al respecto, habrá que alentar su rápida aplicación junto con una mayor concientización del uso racional de las fuentes energéticas.

11. Estos temas que afectan a todos, deben suscitar nuestra atención como ciudadanos, bioeticistas y como Iglesia. Particular responsabilidad deberán asumir los gobernantes y legisladores, en lo que se refiere específicamente a:
a) el carácter preeminente del ser humano y la familia
b) la independencia biotecnológica y la necesaria inversión en investigación local y cuidado de la salud
c) la autonomía y defensa sobre los recursos básicos (agua, tierra y alimentos)
d) el respeto por la identidad y los valores de las culturas originarias y tradicionales de nuestros pueblos
e) la corrupción en sus diversas manifestaciones
En el espíritu profético propio de la Iglesia, debemos advertir sobre acciones de algunos organismos e instituciones internacionales que atentan contra el bien común de nuestros pueblos. Dichos organismos pretenden fijar agendas de políticas sanitarias, educativas, comerciales, poblacionales, biotecnológicas, medio ambientales, de investigación y de moral pública, sin respetar los intereses de nuestras naciones, dando espacio, en cambio, a los intereses foráneos. No se respetan así los intereses de nuestras naciones, dando espacio, en cambio a los intereses económicos foráneos que depredan y contaminan esta tierra Americana (ej.: la Amazonía).

Conclusión:
12. Los medios de comunicación y su riqueza, que caracterizan nuestro tiempo y que tantas posibilidades brindan, exigen que nos acerquemos a participar en ellos con un lenguaje sin ambigüedades, preciso y comprensible a todos. La propuesta de la felicidad y la realización humana no es sólo patrimonio de algunos. El anuncio de la felicidad verdadera que Cristo trae al mundo, halla en estos medios una posibilidad tecnológica de misión y anuncio.

A fin de evitar una recepción mediática equivocada de las enseñanzas del Magisterio, es urgente y necesaria una formación más sistemática sobre los temas que conciernen a la vida humana, la familia y la bioética. Esta formación deberá abarcar tanto a los sacerdotes, seminaristas, religiosas y religiosos y agentes de pastoral para poder dar testimonio eficaz de la Cultura de la Vida y colaborar en la necesaria formación de la conciencia del pueblo de Dios.

13. Al término de nuestro Seminario, agradeciendo el servicio que se nos ha pedido, de forma libre y responsable, queremos renovar nuestro compromiso como intelectuales católicos del mundo de la escuela y la universidad, de los ambientes de investigación científica y técnica y de la reflexión humanística de las mismas, de ponernos al servicio de una nueva cultura de la vida con aportaciones serias, documentadas, capaces de ganarse por su valor el respeto e interés de todos».

14. Deseamos solicitar respetuosamente, a los Señores Obispos de América Latina y el Caribe que consideren la conveniencia de incorporar en la próxima V Asamblea General un tiempo para el estudio y reflexión sobre la Persona, la dignidad de la vida, la familia y la Bioética. Teniendo en cuenta el mismo lema de la Conferencia, nos parece que el tema de la vida debería ocupar un lugar central para poder «ser verdaderos discípulos y misioneros de Jesucristo».

Creemos que en esta hora de nuestro Continente, todos necesitamos la voz fuerte de nuestros Pastores que nos confirmen de forma precisa y firme en el valor de la vida humana y sus carácter inviolable. «Si la Iglesia, al final del siglo pasado, no podía callar ante los abusos entonces existentes (contra los derechos del trabajador), menos puede callar hoy, cuando a las injusticias sociales del pasado, tristemente no superadas todavía, se añaden en tantas partes del mundo, injusticias y opresiones incluso más graves (contra la vida de los niños no nacidos, de los débiles y enfermos), consideradas tal vez como elementos de progreso de cara a la organización de un nuevo orden mundial. … respeta, defiende, ama y sirve a la vida, a toda vida humana ¡Sólo siguiendo este camino encontrarás justicia, desarrollo, libertad verdadera, paz y felicidad!»

Cuernavaca, Morelos, 5 de octubre de 2005

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ZENIT Staff

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