JERUSALÉN, martes, 7 marzo 2006 (ZENIT.org).- El custodio de Tierra Santa, fray Pierbattista Pizzaballa, visitó este lunes a los miembros de la familia que cometió el atentado contra la Basílica de Nazaret en la tarde del 3 de marzo.
«Me pregunté qué había que hacer y reflexioné. La presión de los medios de comunicación me disgustaba: desean hacer de todo un mero espectáculo. Pese a todo quería encontrar a esta familia para escucharla, para intentar comprender, para perdonarla», explica el franciscano en declaraciones distribuidas por la Custodia Franciscana de Tierra Santa.
«Pienso que como responsables de los Santos Lugares, tenemos la responsabilidad de manifestar una actitud y un carácter cristianos. La voz de la paz es la del perdón», afirmó, citando las palabras del Evangelio «cada vez que hacéis algo a uno de estos mis hermanos más pequeños, es a mí a quien se lo hacéis».
«Esto me ha decidido a hacer lo que el Señor esperaba que hiciésemos», añade.
El encuentro tuvo lugar en la comisaría de policía de Nazaret, donde la pareja con su hija estaban detenidos. A causa de la enorme presión mediática, el sacerdote sólo pudo verlos durante unos minutos.
A la pregunta: «Por qué contra una iglesia, y por segunda vez», pues la familia ya había realizado un atentado en Belén hace dos años, el custodio explica: «No lo han sabido dar una explicación. Ella, Violette Habibi, insiste en decir que es cristiana. Es una familia en dificultades afligida por el hecho que uno de sus hijos le fue arrebatado por los servicios sociales. Se trata verdaderamente de pobre gente».
«Me han conmovido mucho –concluye diciendo fray Pizzaballa–. Han pedido perdón por esto que han hecho y he conciliado con ellos este perdón».