CORFÚ, viernes, 10 marzo 2006 (ZENIT.org).- En torno a las migraciones ha girado el VI Encuentro de los presidentes de las Conferencias Episcopales del sudeste de Europa, conscientes de que se trata de una «realidad que está cambiando el rostro de Europa» y que requiere un abordaje pastoral adecuado y un camino ecuménico.
Corfú acogió –del 3 al 5 de marzo– a los responsables de estos seis organismos eclesiales (acompañados de expertos) de Albania, Bulgaria, Bosnia y Herzegovina, Grecia, Rumanía y la Conferencia Episcopal Internacional Santos Cirilio y Metodio (Serbia y Montenegro – Macedonia), un evento histórico, pues la isla griega nunca había visto una reunión tan numerosa de obispos procedentes de naciones diferentes.
Así lo constata el Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) –promotor del encuentro–, en una nota difundida al término de una convocatoria en la que los prelados del sudeste europeo han buscado, junto a los obispos católicos de Grecia, profundizar en la responsabilidad común por el Evangelio y la solidaridad en esta parte del Viejo Continente.
Es el contexto en el que han constatado que el fenómeno migratorio «afecta radicalmente a todos los países del sudeste de Europa»: «muchas personas han dejado Albania, Bulgaria, Rumanía, en busca de trabajo, a causa de la pobreza», y «la guerra de los Balcanes ha generado» numerosos «refugiados especialmente en Bosnia y Herzegovina».
Pero es sobre todo en la primera fase cuando las migraciones sufren «enormes problemas sociales: disolución de familias, tráfico de mujeres y niños, comercio de órganos, organizaciones mafiosas», además del «hecho de que las fuerzas jóvenes y más preparadas emigren», cosa que empobrece a sus países de origen.
En el análisis de este panorama los presentes verificaron, por otro lado, el «fenómeno sorprendente e inesperado» que vive la Iglesia católica en Grecia: en los últimos 30 años los católicos en el país se han multiplicado de 50 mil a 350 mil.
«Han llegado en particular miles de filipinos, polacos, albaneses, iraquíes –confirma la nota–. Los católicos de origen griego son ahora una minoría dentro de la minoría católica del país».
La intervención de estudiosos y pastores en el campo de la migración griega –como Fr. Francesco Varthalitis, doctor Desylas Cristos (ortodoxo), P. Gabriele Righetto y don Stefano Marangos— permitió identificar los grandes desafíos pastorales que plantean las migraciones.
Proponen «dar prioridad a la pastoral para los migrantes a nivel local e internacional; realizar un profundo trabajo de formación e integración; cuidar los contactos entre países de origen y países de acogida; encontrar personal para la pastoral de los inmigrantes; colaborar entre parroquias».
Pero en particular se ha subrayado «que las migraciones requieren con urgencia un trabajo ecuménico y de colaboración entre las diversas Iglesias y comunidades», por lo que los presidentes de los episcopados «hacen un llamamiento a emprender con valor este camino».
La explicación de la política europea común de asilo y de migración corrió a cargo de monseñor André Dupuy –nuncio apostólico en la Unión Europea–, monseñor Noël Treanor –secretario general de la Comece (Comisión de Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea)– y Nikolaos Dendias, miembro del Parlamento griego e del Consejo de Europa.
La seguridad, sobre todo por el peligro del terrorismo, la cuestión de los visados, el reagrupamiento familiar y las inmigraciones ilegales son las preocupaciones centrales en la política migratoria de las instituciones europeas.
En Europa, de 1970 a 2000 el número de migrantes creció de 19 a 33 millones, mientras que en el mundo la cifra de personas que no viven en su país de origen se aproxima a los 190 millones.
De todas formas, los presidentes de los episcopados consideran que la migración no debe quedarse en «un problema», sino que debe convertirse en una oportunidad.
El fenómeno «inaugura una nueva estación de la humanidad e impulsa a un nuevo descubrimiento de la universalidad (catolicidad) de la Iglesia –refleja la nota–. La capacidad del Evangelio de crear la familia de Dios entre pueblos diferentes es verdadera respuesta a los interrogantes de la globalización».
Se ha fijado en Rumanía (del 1 al 4 de marzo de 2007) la cita para el VII encuentro de los prelados del sudesde de Europa.
Aparte de los nombres citados, han participado en el encuentro de Corfú los siguientes presidentes de las Conferencias Episcopales del sudeste europeo: monseñor Angelo Massafra (Albania), monseñor Christo Proykov (Bulgaria), el cardenal Vinko Puljic (Bosnia Herzegovina), monseñor Franghískos Papamanólis OFMCap (Grecia), monseñor Stanislav Hocevar (SS.Cyrillus et Methodius), monseñor Virgil Bercea (Rumanía, delegado del presidente)
De la Iglesia local estuvieron presentes monseñor Nikólaos Fóscolos (arzobispo de Atenas), monseñor Anárghyros Printesis (exarca apostólico para los católicos de rito bizantino), monseñor Nikólaos Printesis (arzobispo de Naxos, Andros, Tinos y Mykonos) y monseñor Yannis Spiteris (arzobispo de Corfú).
Por parte de la Santa Sede, también se desplazaron a la isla griega el nuncio apostólico en el país, monseñor Patrick Coveney, y monseñor Giampaolo Crepaldi, secretario general del Pontificio Consejo Justicia y Paz. A ellos se sumaron el presidente del CCEE, monseñor Amédée Grab, y su secretario general, monseñor Aldo Giordano.
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