SAN PETERSBURGO, lunes, 13 marzo 2006 (ZENIT.org).- Cientos de católicos en Rusia se unieron en oración con el Papa Benedicto XVI la tarde del sábado 11 de marzo a través del Rosario que, en esta ocasión, enlazó a doce ciudades de Europa y África con el Vaticano.
Es la segunda vez que Rusia participa en un acontecimiento de estas características. En esta ocasión, la sede desde la que tuvo lugar la conexión fue la iglesia de Santa Ekaterina, de San Petersburgo, donde se congregaron alrededor de 600 personas.
Para los católicos rusos, la elección del lugar no fue aleatoria. En opinión del arzobispo de la arquidiócesis de la Madre de Dios en Moscú, monseñor Tadeusz Kondrusiewicz, San Petersburgo «es merecedora del encuentro con el Papa» y el templo de Santa Ekaterina, «símbolo de la iglesia en Rusia«: «destruida y oprimida en su momento, ha renacido ante nuestros ojos».
Consagrada en octubre de 1738, la iglesia de Santa Ekaterina fue el primer templo católico que tuvo la ciudad de San Petersburgo y uno de los más amplios del mundo en aquel entonces.
Doscientos años después de su erección, en 1938 el régimen comunista cierra la iglesia, misma que empezó a usarse para guardar desde vegetales y libros hasta motocicletas.
En 1968 fue convertida en sala de conciertos y tras el derrumbe de la URSS es devuelta en 1992 a la comunidad católica del país la cual, en una ceremonia especial en Krakovia, da las llaves de la puerta del templo al entonces Papa, Juan Pablo II.
Sin importar el frío que aún se sentía en «la capital rusa del norte» poco a poco, desde las 16:00 hrs. del sábado, la gente se fue reuniendo en la recién remodelada iglesia que no sólo lucía grandiosa para la ocasión, sino donde además privaba un ambiente de espera y de anhelo por el enlace vía satélite con Benedicto XVI.
Mientras el coro ensayaba, estudiantes daban los últimos retoques a las pancartas donde se leía: «vamos al encuentro de Cristo contigo». Los sacerdotes ultimaban detalles sobre el orden de participación y las cámaras de televisión ensayaban sus movimientos.
A las 17:30 horas, monseñor Kondrusiewicz comenzó la misa que precedía al rosario. Visiblemente emocionado, el arzobispo recordó a los fieles la gran oportunidad de reunirnos como familia cristiana durante la Cuaresma en el rezo del rosario.
«El Papa nos exhorta siempre a acercarnos al rosario ya que la repetición del Padrenuestro y el Avemaría nos unen más a Dios y nos recuerdan el inmenso amor que Él nos tiene», dijo Kondrusiewicz.
De esta forma, al término de la celebración litúrgica y siendo las 19:00 hrs. en punto tiempo local, las cinco pantallas que se habían instalado en la iglesia de Santa Ekaterina iniciaron la transmisión en vivo desde el Aula Paulo VI con la procesión de la Cruz.
Si bien es cierto que en un principio los asistentes se desconcertaron ante la dinámica del evento, bastaron algunos minutos para sentirse en hermandad con tantos jóvenes creyentes de tan distintos países y culturas.
Para la ciudad de San Petersburgo era la primera vez que se albergaba un evento de este tipo por lo que, a pesar de que el rosario estaba enfocado a los jóvenes, también vinieron personas mayores y algunos niños a quienes no les importó incluso, estar de pie poco más de cuatro horas.
La diferencia de edades junto con el mosaico de nacionalidades que también caracterizaba a los presentes en el templo fueron la mejor carta de presentación que Rusia dio al mundo católico.
Momentos muy efusivos se vivieron cuando las cámaras transmitieron la entrada de Benedicto XVI al Aula Paulo VI. De alguna forma fue «como estar también en Roma extiendo la mano en espera de un saludo de Su Santidad».
A San Petersburgo le tocó dirigir el rezo del quinto misterio del Rosario y, a diferencia de otras ciudades participantes que rezaron la primera parte en su idioma natal y la segunda en latín, aquí cada una de las 10 Avemarías se realizó totalmente en latín.
Gran algarabía causó entre los asistentes el hecho de que Benedicto XVI dirigiera su mensaje a la ciudad de San Petersburgo en ruso.
«Esta es la segunda vez que Su Santidad se dirige a nosotros en ruso y esto nos llena de inmensa alegría», afirmó el arzobispo Kondrusiewicz.
El padre Machei Rysetski, rector de la iglesia de Santa Ekaterina y encargado de organizar en la capital del norte el Rosario con el Papa, comentó a Zenit la gran alegría que sentía al término de la transmisión.
«Estoy muy contento de que en este evento se haya podido realmente rezar en conjunto, porque a pesar de que fue tanta la preparación y fueron tan difíciles los detalles técnicos cuando llegó el momento de orar pudimos olvidarnos de traducir y coordinar y hacer sólo eso, rezar», reconoció el padre Rysetski.
«Es difícil contar el número de personas que participaron en la preparación de este evento. Principalmente fueron los estudiantes de nuestra comunidad y el personal del Canal 5 [una de las televisiones locales ndr.] que colaboró con nosotros», agregó el sacerdote.
¿Cuál fue el sentimiento de los fieles que se dieron cita en San Petersburgo? Nadia Petrujova, estudiante universitaria en dicha ciudad, lo resume así: «la unión entre los católicos de distintos países nos ayuda mucho. Así sabemos que no estamos solos, que junto con nosotros hay muchas personas que también sienten lo mismo y eso es ¡genial!».