CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 15 marzo 2006 (ZENIT.org).- Benedicto XVI comenzó en la audiencia general de este miércoles un nuevo ciclo de catequesis dedicado a explicar el «misterio de la relación entre Jesús y la Iglesia».
«Entre Cristo y la Iglesia no hay contraposición: son inseparables, a pesar de los pecados de los hombres que componen la Iglesia», explicó el Santo Padre al dirigirse a 30 mil peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.
Por tanto, siguió diciendo en una mañana de sol, «no puede conciliarse con las intenciones de Cristo un eslogan que hace unos años estaba de moda: «Jesús sí; Iglesia no»».
El pontífice basó su meditación en el primer capítulo del Evangelio de san Marcos en el que se presenta llamamiento de Jesús a los doce apóstoles.
«La Iglesia –aclaró– comenzó a constituirse cuando unos pescadores de Galilea encontraron a Jesús, se dejaron conquistar por su mirada, por su voz, por su invitación cálida y fuerte: «Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres»».
Tras haber concluido el 15 de febrero el ciclo de catequesis que había comenzado Juan Pablo II sobre los cantos y salmos de la Biblia propuestos por la Iglesia en la Liturgia de las Horas, el Santo Padre anunció que ahora pretende profundizar en el objetivo que el Papa Karol Wojtyla había planteado a la Iglesia: «contemplar el rostro de Cristo», al inicio del tercer milenio.
«Moviéndome hacia esa dirección, en las catequesis que hoy comienzo, quisiera mostrar –confesó– precisamente que la luz de ese Rostro se refleja en el rostro de la Iglesia, a pesar de los límites y de las sombras de nuestra humanidad frágil y pecadora».
«El Jesús individualista es un Jesús de fantasía –añadió–. No podemos encontrar a Jesús sin la realidad que Él creó y en la que se comunica», la Iglesia.
«Entre el Hijo de Dios, hecho carne y su Iglesia, se da una continuidad profunda, inseparable y misteriosa, en virtud de la cual Cristo se hace presente hoy en su pueblo», indicó.
Por este motivo, reconoció, Jesús «siempre es nuestro contemporáneo, contemporáneo en la Iglesia, construida sobre el fundamento de los apóstoles, está vivo en la sucesión de los apóstoles».
«Y esta presencia suya en la comunidad, en la que Él mismo siempre se nos da, es el motivo de nuestra alegría. Sí, Cristo está con nosotros, el Reino de Dios viene», concluyó en una intervención en la que en varios momentos dejó a un lado los papeles para explicar mejor su pensamiento.