CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 20 marzo 2006 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha adoptado la verdad como brújula de la actividad diplomática de la Santa Sede, particularmente en el trabajo que realiza en las organizaciones internacionales, como «contribución fundamental» al respeto de los derechos humanos.
Así lo expuso el 18 de marzo al recibir por primera vez a los representantes vaticanos ante estos organismos, al concluir una reunión de dos días convocados por el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado.
Era la primera vez que el pontífice intervenía para ilustrar explícitamente las líneas de fondo que adoptará la actividad de la Santa Sede en el escenario internacional, que como él aclaró, debe «seguir dando voz a la conciencia de cuantos componen la comunidad internacional».
«Se trata de un servicio delicado y fatigoso –reconoció– que, apoyándose en la fuerza aparentemente inerte pero que en definitiva prevalece de la verdad, pretende colaborar en la construcción de una sociedad internacional más atenta a la dignidad y a las verdaderas exigencias de la persona humana».
La Santa Sede, que mantiene relaciones diplomáticas con 172 estados, así como relaciones particulares con la Federación Rusa, la Organización para la Liberación de Palestina y la Orden Soberana de Malta, participa en diferentes organizaciones intergubernamentales internacionales y regionales.
Como «observador permanente» participa en la vida de las Naciones Unidas y de sus diferentes agencias. En algunos, casos la Santa Sede es «miembro» de algunos de estos organismos, como sucede en el caso de la agencia Internacional para la Energía Atómica o de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas.
Entre las organizaciones regionales en las que participa como «observador», se encuentran el Consejo de Europa, la Organización de los Estados Americanos, y la Organización para la Unidad Africana. Además es «delegado» ante la Liga Árabe y «miembro» de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa.
Según explicó el obispo de Roma en el discurso que dirigió a sus representantes, la presencia de la Santa Sede ante estos organismos internacionales intergubernamentales «representa una contribución fundamental al respeto de los derechos humanos y del bien común y, por tanto, a la auténtica libertad y justicia».
«Nos encontramos ante un compromiso específico e insustituible que puede ser más eficaz si se unen las fuerzas de quienes colaboran con entrega fiel en la misión de la Iglesia en el mundo», indicó.
Según explicó el Papa, reforzando el discurso que dirigió al Cuerpo Diplomático a inicios de este año (Cf. Zenit, 9 de enero de 2006), «las relaciones ente los Estados y en los Estados son justas en la medida en que respetan la verdad».
«Por el contrario, cuando se ultraja la verdad, la paz queda amenazada, el derecho comprometido, y entonces, por lógica consecuencia, se desencadenan las injusticias», reconoció.
El pontífice aclaró que estas injusticias asumen «nuevos rostros»: «por ejemplo, el rostro del desinterés y del desorden, que llega a dañar a la estructura de esa célula original de la sociedad, la familia; o el rostro de la prepotencia o de la arrogancia, que puede llegar incluso al arbitrio, acallando a quien no tiene voz o fuerza para que pueda ser escuchada, como sucede en el caso de la injusticia que, hoy, es quizá la más grave, es decir, la que suprime la vida humana naciente».
Por último el obispo de Roma dejó a sus representantes un pensamiento de san Pablo como apoyo en momentos de dificultad: «Ha escogido Dios lo débil del mundo, para confundir lo fuerte» (1 Corintios 1, 27).
«Que este criterio de la acción divina, de permanente actualidad, os aliente a no maravillaros, y mucho menos a desalentaros, ante las dificultades y las incomprensiones», les dijo.
«Sabéis, de hecho, que a través de ellas, participáis autorizadamente en la responsabilidad profética de la Iglesia, que pretende seguir alzando su voz en defensa del hombre, incluso cuando la política de los Estados o la mayoría de la opinión pública se mueven en dirección contraria», señaló.
El pontífice concluyó recordando una de las convicciones frecuentemente repetidas por el cardenal Joseph Ratzinger: «La verdad encuentra fuerza en sí misma y no en el número de consensos que recibe».
Tras la audiencia, la Secretaría de Estado del Vaticano publicó un comunicado en el que se revela que en esta reunión los representantes ante las organizaciones internacionales hablaron de dos temas centrales.
«La colaboración con las organizaciones católicas o de inspiración católica que trabajan en las organizaciones internacionales intergubernamentales», en primer lugar así como «la evolución del concepto de los derechos humanos».