El episcopado de Corea del Sur pide la abolición de la pena de muerte en el país

Cuya constitución prevé tal condena para más de un centenar de delitos

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SEÚL, martes, 21 marzo 2006 (ZENIT.org).- «Inspiremos en esta tierra el respeto a la vida»: es la exhortación con la que la Comisión episcopal surcoreana para la abolición de la pena de muerte ha anunciado su intención de presentar al gobierno de Seúl una petición que ponga fin a tal condena.

La semana pasada «Radio Vaticana» se hizo eco de la iniciativa citando textualmente el documento de los prelados: «La abolición de la pena de muerte es el primer paso hacia un mundo en el que se pueda vivir mejor todos juntos».

«Los seres humanos no tienen derecho a privar a otros de la vida que les ha sido dada por Dios», escriben.

Desde el lanzamiento, el pasado diciembre, de la campaña contra la pena de muerte en el país asiático, se han recogido más de 110 mil firmas.

Miles de fieles católicos ya se han adherido a la iniciativa, confirma la emisora pontificia; junto a ellos, todos los prelados coreanos, incluido monseñor Nicholas Cheong Jin-suk –arzobispo de Seúl y administrador apostólico de Pyongyang (capital de Corea del Norte)–, quien el viernes será creado cardenal por Benedicto XVI.

La pena capital está prevista para más de cien delitos sancionados por la Constitución –aclara la emisora–, entre ellos homicidio y espionaje, y por la Ley de seguridad nacional.

Ésta reúne disposiciones adoptadas en 1948 en el contexto de la división de la península coreana. Reprimen las manifestaciones de apoyo respecto a Corea del Norte.

Por otro lado, Corea del Sur se abstuvo en la votación de la resolución –aprobada en 2004 por la Comisión de la ONU para los Derechos Humanos– para la abolición de la pena de muerte.

Y en el país asiático el Ministerio de Justicia deberá pronunciarse sobre un proyecto de ley que contempla la sustitución de la condena a muerte por cadena perpetua sin libertad condicional.

De los datos que hizo públicos el citado Ministerio en 2001 se desprende que en Corea del Sur, desde 1945, se han ejecutado más de 1.600 sentencias a muerte. La última tuvo lugar en 1998. Cuatro años antes había más de medio centenar de personas en el corredor de la muerte.

Corea del Norte –marcada por una gran carestía y por la falta de libertad religiosa– tiene unos 22 millones de habitantes; Corea del Sur alrededor de 48 millones. La comunidad católica del país supera los cuatro millones de fieles. El paralelo 38 separa el Norte del Sur de Corea desde el armisticio de 1953.

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ZENIT Staff

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