KÖNIGSTEIN, martes, 21 marzo 2006 (ZENIT.org).- El único obispo católico de Mongolia reconoce que se están abriendo nuevos espacios para la Iglesia en la medida en que el país se está abriendo a la democracia.
«Cuando los primeros misioneros católicos, un belga y dos filipinos, llegaron a Mongolia en 1992, prácticamente nadie había oído hablar de Jesús en este país», ha explicado monseñor Wenceslao Padilla, de la Congregation of the Immaculate Heart of Mary, en declaraciones concedidas al visitar la sede de Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN).
El obispo, que encabeza la Iglesia católica en Mongolia, prosiguió explicando: «Entretanto, hemos fundado 3 parroquias para los 300 católicos mongoles bautizados. Además, ahora que el Gobierno está poniendo rumbo hacia la democracia, hay muchas esperanzas para la Iglesia católica de este vasto país. Este año prevemos celebrar entre 80 y 100 nuevos bautizos».
El obispo Padilla, un evangelizador filipino, señaló que, a pesar de «la fuerte influencia que ejercen las naciones industrializadas como Japón y Corea del Sur», el nivel de vida medio «sigue siendo muy bajo, y prácticamente todos los hogares mongoles tienen a un miembro trabajando en el extranjero».
Y añadió: «El Gobierno permite la educación católica e incluso nos ha pedido ayuda en los ámbitos educativo y social. Sin embargo, en la evangelización se requiere mucha paciencia».
«En la actualidad –revela–, 56 misioneros de 14 países africanos, asiáticos, europeos y latinoamericanos trabajan en Mongolia. Esto supone una gran fuerza para la evangelización», reconoce, pidiendo apoyo de parte de instituciones como Ayuda a la Iglesia Necesitada.