Tras bendecir una estatua del beato Juan XXIII, que cuando era el arzobispo Angelo G. Roncalli, fue representante pontificio en Turquía, el Papa presidió en la catedral católica del Espíritu Santo la celebración eucarística, acogido por los obispos católicos de Turquía.
Como signo de amor fraterno, estuvieron presentes el patriarca de Constantinopla, Bartolomé I, y patriarca apostólico armenio Mesrob II, así como representantes de las demás comunidades eclesiales y religiones.
Era el último gran acto del Papa, en esta ocasión dedicado particularmente los católicos turcos, pertenecientes a los ritos latino, armeno-católico, siro-católico, y caldea, constituye una pequeña minoría del 0,04% en este país de 70 millones de habitantes, en el que el 99% es musulmán.
El Papa alentó a los cristianos a anunciar el Evangelio «hasta los confines de la tierra», es decir, «a transmitir a los hombres y a las mujeres de este tiempo una buena noticia que no sólo ilumina, sino que cambia su vida, hasta atravesar y vencer a la misma muerte».
«¡Esta Buena Noticia no es sólo una Palabra, sino una Persona, Cristo mismo, resucitado, vivo! », aseguró.
«La misión de la Iglesia no consiste en defender poderes, ni en alcanzar riquezas; su misión es entregar a Cristo, participar en la Vida de Cristo, el bien más precioso del hombre», confirmó.
La santa misa en rito latino que presidió el Papa este viernes en Estambul, en la Iglesia catedral del Espíritu Santo, reunió a una representación de las comunidades católicas de Turquía pertenecientes a los diversos ritos orientales, y se subraya por la presencia de expresiones rituales propias de cada Rito.
Fue una Misa votiva del Espíritu Santo. Y ello no sólo por el título de la catedral, sino también por la particular configuración de la asamblea convocada para la celebración, formada por grupos de diversas lenguas y ritos, pero unidos por la misma fe, por la misma caridad y por el mismo Espíritu.
Así, esta celebración, tanto en el uso de las lenguas como de algunas secuencias rituales, es expresión de los diversos miembros de la comunidad católica.
Se utilizaron las siguientes lenguas: latín, turco, francés, alemán, sirio, árabe y español.
Determinadas secuencias rituales subrayaron la presencia de los ritos orientales armenio, caldeo y sirio. A los armenios les está reservado el canto de entrada y el Sanctus; a los caldeos el Salmo responsorial y el canto del ofertorio interpretado en arameo; a los sirios la proclamación del Evangelio según las modalidades del propio rito.