NUEVA YORK, jueves, 14 diciembre 2006 (ZENIT.org).- La Santa Sede no firmará la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad porque no garantiza su derecho a la vida.
Así lo anuncio el arzobispo Celestino Migliore, nuncio apostólico y observador permanente ante las Naciones Unidas, al intervenir este miércoles en la sesión de la asamblea general de la ONU que discutió sobre la adopción de esta Convención.
«Defender los derechos, la dignidad y el valor de las personas con discapacidades es una preocupación fundamental para la Santa Sede», aclaró, recordando que ha exigido ayudas para que estas personas «sean completamente integradas en la sociedad, con la convicción de que poseen plenos e inalienables derechos».
El prelado reconoció que «hay muchos artículos útiles en la Convención, incluyendo los relativos a cuestiones de educación y al sumamente importante papel de la casa y la familia».
Ahora bien, desde el punto de vista de la Santa Sede, «el punto central de este documento está en la reafirmación del derecho a la vida».
«Durante demasiado tiempo y por demasiada gente, la vida de las personas con discapacidad ha sido subestimada o se ha pensado que tenía menos dignidad y menos valor», denuncia la declaración del nuncio.
Monseñor Migliore revela que su delegación «ha trabajado asiduamente para hacer que el texto pudiera ser una base para rebatir esa concepción y asegurar el pleno disfrute de todos los derechos humanos por parte de personas con discapacidades».
Analizando aspectos concretos de la Convención, el representante papal se detuvo a comentar el término «salud reproductiva», y afirmó que debería ser interpretado como «un concepto global, que no considera el aborto o el acceso al aborto como una dimensión de este aspecto».
El arzobispo mostró su acuerdo con el «amplio acuerdo» expresado por la asamblea sobre el hecho de que ese artículo no deber crear un nuevo derecho internacional. Más bien, dijo, debe servir de fundamento para «asegurar que la discapacidad de una persona no debe ser utilizada como base para negar un servicio sanitario».
De hecho, reconoció para expresar su oposición a la redacción del texto, «en algunos países los servicios de salud reproductiva incluyen el aborto, negando el derecho a la vida de todo ser humano, afirmado por el artículo 10 de la Convención».
Para monseñor Migliore es trágico que «la misma Convención, creada para defender a las personas con discapacidad de todo tipo de discriminación en el ejercicio de sus derechos, pueda ser utilizada para negar el derecho fundamental a la vida de las personas con discapacidad que no han nacido».
«Un defecto del feto», aseguró, no puede ser una «condición para ofrecer o aplicar el aborto».
Por este motivo, aseguro, y «a pesar de muchos artículos útiles contenidos en la Convención, la Santa Sede no puede firmarla».