El Papa reconoce las virtudes heroicas del franciscano argentino Mamerto Esquiú

CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 18 diciembre 2006 (ZENIT.org).- El pasado sábado 16 de diciembre de 2006 el Santo Padre Benedicto XVI reconoció las virtudes heroicas del siervo de Dios fray Mamerto Esquiú, de la Orden de los Frailes Menores (franciscanos), obispo de Córdoba (Argentina) y «orador» de la Constitución argentina.

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Nació el 11 de mayo de 1826 en San José de Piedra Blanca (Catamarca-Argentina) y falleció el 10 de enero de 1883 en Posta del Suncho.

Del comunicado de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, emitido este sábado, se desprende que la causa de canonización del «franciscano obispo de Córdoba, fiel hijo de la provincia de Catamarca, humilde obispo dado a los pobres y a la evangelización, en tiempos difíciles de guerras internas y desunión de los argentinos, y para muchos el inspirado orador de la Constitución», según lo describió el vicepostulador Fray Jorge Martínez OFM, ha dado un grande e importante paso que lo acerca a la beatificación.

Desde ahora será mencionado con el título de «venerable».

Fray Mamerto Esquiú nació en la localidad de Piedra Blanca, Provincia de Catamarca, el 11 de mayo de 1826. Fue hijo de don Santiago Esquiú y Doña María de las Nieves Medina.

Recibió el bautismo el 19 del mismo mes. Se le impuso el nombre de Mamerto de la Ascensión, en homenaje a San Mamerto, en cuya festividad había nacido, y el misterio de la ascensión del Señor, que ese año había caído el mismo día.

El día 31 de mayo de 1836, siendo aún un niño, ingresó definitivamente al Convento de San Francisco, el entonces huérfano de madre Mamerto Esquiú. Anteriormente había cursado estudios de latín y humanidades. Luego comenzó la asignatura de Filosofía. Desde el año 1841 al 43, estudió Teología y Derecho Canónico. Terminó sus estudios con notas sobresalientes, en todos los ramos, cuando sólo contaba la edad de 17 años y algunos meses.

Cinco años tuvo que esperar, después de terminar sus estudios, para recibir las órdenes sagradas y conseguir el sacerdocio, y habrían sido siete de no habérsele dispensado dos años. Su ordenación sacerdotal se efectuó el 18 de octubre de 1848.

Antes de ser ordenado sacerdote, por disposición de los superiores franciscanos se dedicó a la docencia. En el año 1844 es nombrado maestro de niños en la vieja escuela de San Francisco, que desde hacía treinta años era dirigida por el meritísimo educacionista de primera enseñanza, Fray José Archeverros. Poco tiempo después sus superiores le designan catedrático de Filosofía y Teología.

Corría el año 1853. Después de una larga y cruenta guerra civil, se promulgaba la Constitución. En medio de la zozobra en que se había sancionado la nueva Constitución. Cada provincia, al promulgarla, procura prestigiarla con la palabra autorizada de un orador de nota.

El gobierno de Catamarca se dirige al Convento de San Francisco, y solicita al Padre Esquiú para predicar el sermón de circunstancia. El día 9 de julio de 1853, y ante las autoridades de toda la Provincia, Esquiú pronunció su célebre discurso.

Tras el discurso, el gobierno de la Confederación Argentina solicitó datos biográficos del Padre Esquiú, y sus hermanos franciscanos, padres Achával y Pesado, escribieron lo siguiente: «Esquiú es un apóstol en el ejercicio de la Confesión e infatigable en la asistencia de los enfermos».

Con la precisa frase de San Pablo afirmaban: «Se hace todo para todos», significando que se daba íntegramente a los demás. Tenía 28 años y deseaba positivamente vivir «desconocido e ignorado».

Fray Mamerto Esquiú fue consagrado obispo de Córdoba el día 12 de diciembre de 1880, y tomó posesión de su sede episcopal el día 16 de enero del año siguiente.

En la homilía se preguntó si el haber sido elevado a la dignidad de obispo sería para su salvación o su condenación. Proponía dedicarse por entero a su pueblo: «Me gusta la soledad y una vida retirada; sin embargo, mientras tenga fuerzas me veréis siempre inquieto de una a otra parte, solícito del bien de todos».

Falleció el día 10 de enero de 1883, en la Posta «El Suncho» (Catamarca).

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ZENIT Staff

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