La ceremonia de beatificación está prevista para el domingo 11 de noviembre en la localidad de Chimpay, Valle Medio de Río Negro, localidad donde nació el indiecito mapuche que dio su primer paso al honor de los altares.
La campaña llevará por lema: «Ceferino, hijo de Dios y hermano de todos» y fue presentada por el obispo de Viedma, monseñor Esteban María Laxague SDB, y el padre Ricardo Noceti SDB, párroco del santuario de Chimpay.
El papa Benedicto XVI firmó el 7 de julio pasado el decreto sobre el milagro de curación atribuido a la intercesión del venerable Ceferino Namuncurá, el joven seglar, alumno de la Sociedad de San Francisco de Sales. El Pontífice rubricó la notificación durante una audiencia que mantuvo con el prefecto para la Congregación para las Causas de los Santos, cardenal José Saraiva Martins.
El milagro que se aceptó como tal, es el caso de una mujer de Córdoba, que tenía 24 años y que se curó en forma instantánea e íntegramente de un cáncer de útero, y hasta pudo concebir nuevamente. Este hecho para la ciencia es absolutamente inexplicable y esto fue corroborado con estudios médicos anteriores y posteriores de la mujer, que acreditan la desaparición de la enfermedad.
Este milagro atribuido a Ceferino se produjo en 2000, año del Jubileo Cristiano. La familia de esta joven con cáncer de útero pidió intensamente la intercesión de Ceferino ante Dios para salvarle la vida. Y la mujer se curó.
La causa llegó a Roma desde Córdoba, donde durante cuatro años se estudió y altas fuentes de la iglesia indicaron que fue bastante rápido el tratamiento del caso. El padre Enrico Dal Cóvolo, postulador de la causa de Ceferino en Roma, informó que a principios de diciembre pasado «la consulta médica de la Congregación para la Causa de los Santos dictaminó que, desde el punto de vista clínico, la curación sometida a su juicio científico, era inexplicable».
«Se ha avanzado rápidamente en ella. Yo creo que esto es una señal de la Providencia que sirve a legitimar un culto tan popular que la gente del pueblo en Argentina dirige a Ceferino», dijo el sacerdote salesiano.
El martes 7 de abril de 1987, en el marco de su segunda visita a la Argentina, el papa Juan Pablo II pronunció un discurso en el aeropuerto de Viedma sobre «La nueva evangelización».
Al término de su alocución dirigió un saludo a «los hermanos mapuches» en su propia lengua:
«Poyén pu mapúche peñi ka pu déya: marimári, pu wen! Ayüwnkéchi tykúlpanién, déuma rupái kiñe patáka trípántü, féichi ñi llegmúm támyn wéche peñi, Ceferino Namúnkura. Inchetáñi mlen fau fachántü, tfáchi nütrám ayüafún ñi nieál eiwyn mu: féichi Pápa, rumél mleái aiwyn ñi ináu méu; Peumanén, inchíñ táiñ Wénu-Cháu, pile támyn rumél kümélkaleál, mynél pu pyñéñ. Kúmé feleáimn, pu wén!»
«Estimados hermanos y hermanas: Hola amigos. Con alegría recuerdo que ya han pasado cien años del nacimiento de vuestro joven hermano Ceferino Namuncura. Mi presencia hoy aquí quisiera que tuviera este sentido para vosotros: el Papa estará siempre a vuestro lado; ojalá nuestro Padre del cielo os conceda un permanente bienestar, en particular a vuestros niños. Felicidades, amigos».