Al concluir la audiencia general, celebrada en el Aula Pablo VI del Vaticano, el Santo Padre recordó que en este día la Iglesia celebraba la fiesta de santa María Reina, instituida por Pío XII.
Esta festividad se celebra en la octava de la Asunción para manifestar la conexión entre la realeza de María y su asunción a los cielos.
«Elevamos la mirada al Cielo para contemplar el esplendor de la santa Madre de Dios, a la que nos invita a invocar hoy la liturgia como nuestra Reina», explicó el Papa.
«Queridos jóvenes –añadió–, poned vuestras vidas y cada uno de vuestros proyectos bajo la materna protección de quien entregó al mundo al Salvador».
Dirigiéndose a los enfermos, algunos de ellos en sillas de ruedas, les dijo: «en espera de la recuperación de la salud, invocadla cada día para sacar la fuerza para afrontar con paciencia la prueba del sufrimiento».
Por último se dirigió a los recién casados, algunos presentes con sus trajes de bodas, para exhortarles: «cultivad una devoción sincera por ella para que esté a vuestro lado en vuestra existencia cotidiana».