BARCELONA, miércoles, 29 agosto 2007 (ZENIT.org).- La clave para mejorar la comunicación eclesial está en convertir la palabra y la actuación de la Iglesia en un acontecimiento significativo y de interés personal y social.
Lo sostiene en esta entrevista el periodista especializado en religión en el diario «La Vanguardia», de Barcelona.
Oriol Domingo explica a Zenit que los periodistas, como una gran mayoría de ciudadanos de hoy en día, tienen una mala formación e información religiosa.
Esta entrevista continúa con una serie de conversaciones de Zenit con periodistas sobre información religiosa. El 27 de julio de 2007 la entrevistada era Dominique Quinio, directora del diario francés «La Croix».
–La información eclesial en su periódico tiene una sección fija el domingo y además aparece otros días. ¿Es un tema en la agenda?
–Domingo: «La Vanguardia» de Barcelona mantiene siempre atención informativa a los acontecimientos religiosos y de la Iglesia que ocurren cada día.
Le presta mucha más atención que los otros diarios de Barcelona. También tiene dos páginas dominicales de información religiosa, excepto en agosto que hay una sola página dominical.
Estas páginas dominicales son importantes porque garantizan que, al menos una vez cada semana, se cubren los principales acontecimientos religiosos.
Hay que tener en cuenta que, en el día a día, la información religiosa debe competir con las informaciones sobre otras materias en las distintas secciones del diario como, por ejemplo, Sociedad, Cultura, Política e Internacional. Y a veces hay el apriorismo de que estas otras materias son más interesantes que los asuntos religiosos.
–Hay muchos mensajes positivos por parte de la Iglesia, pero en cambio, en los diarios suelen salir temas escandalosos. La vida normal y jovial de la Iglesia, ¿no interesa?
-Domingo: Los mensajes de la Iglesia, incluso los más positivos, suelen llegar con un lenguaje y unas formas que les convierten en acontecimientos ininteligibles, sin sentido y sin interés para muchos ciudadanos, incluidos los periodistas, del siglo XXI.
También hay una voluntad generalizada entre los periodistas de destacar los aspectos escandalosos del hecho religioso porque se considera que es noticia cuando el hombre muerde al perro.
Además, pienso que esto ocurre porque hay un interés, más o menos difuso o más o menos consciente, de desprestigiar el acontecimiento religioso.
Por ello resulta a veces más fácil dar espacio informativo a cuestiones secundarias y folklóricas. La clave está en convertir la palabra y la actuación de la Iglesia en un acontecimiento significativo y de interés personal y social.
–Los periodistas que se dedican a la información religiosa, ¿están bien preparados?
–Domingo: Los periodistas, como una gran mayoría de ciudadanos de hoy en día, tienen una mala formación e información religiosa, pese a que muchos de ellos han tenido la Religión como asignatura escolar obligatoria en las escuelas.
Los pocos periodistas de información religiosa de mi entorno personal y profesional, sin embargo, tienen una buena y especializada preparación religiosa.
Tienen sensibilidad y apertura hacia el hecho religioso. Son conscientes de que se requiere una preparación constante en los ámbitos teológico, pastoral, espiritual y estructural. Y, unos más que otros, practican también un periodismo crítico respecto a determinadas posturas doctrinales y parapolíticas de su jerarquía. Es una crítica constructiva.