ROMA, martes, 4 diciembre 2007 (ZENIT.org).- El cardenal Urbano Navarrete Cortés, S.J., antiguo rector de la Pontificia Universidad Gregoriana, nunca hubiera podido imaginar que a los 87 años sería creado cardenal.
En esta entrevista a Zenit, el nuevo purpurado, uno de los mayores expertos del mundo en Derecho Canónico, confiesa que ha pedido a su comunidad y a sus compañeros que le sigan tratando como antes.
--Eminencia, ¿cómo recibió la noticia de su nombramiento como cardenal?
--Cardenal Navarrete: El día 16 de octubre, el precedente al día que se hizo público, el secretario de Estado [el cardenal Tarcisio Bertone, ndr.] me llamó porque me había confiado antes el estudio de un punto jurídico. Discutimos aquel punto que era muy sencillo para mí. Así a bocajarro, me dijo: «Mañana el Papa, a mediodía, hará público que usted es cardenal».
¿Mi reacción? A la edad que tengo --que son ya 87 años--, comenzar ahora con cosas nuevas, pues me parece que no es el caso.
Al día siguiente cuando se hizo público --porque viví como es natural el secreto pontificio hasta las 12 del día siguiente, que lo dijeron--, fui cinco minutos antes a ver a mi superior cuando ya no había peligro de violación. Llegar al refectorio sin que lo supieran los superiores no me parecía justo.
El padre rector lo hizo público, yo dije dos palabras, y lo que les pedí a los superiores es que me dejaran en el mismo sitio que estoy, los días que el Señor me dé de vida. En segundo lugar, pedí a los compañeros que no hicieran ninguna diferencia en el trato, que soy el mismo de antes y quisiera que me tratasen como antes.
--¿Podemos decir entonces que el Santo Padre le ha premiado con el título cardenalicio por su dilatada experiencia como canonista?
--Cardenal Navarrete: Por lo que se refiere al aspecto de premio, yo creo que tengo pocos méritos, pero puedo decir con toda sinceridad que he dedicado muchísimas horas de mi vida a un trabajo que es secreto en los Archivos Vaticanos.
Para mí la enseñanza era la obligación principal y si había que dedicar tiempo a otras cosas había que quitarlo de las noches si era necesario, pero lo primero era, toda mi vida, y sigue la educación la formación de los canonistas.
He dedicado infinidad de horas a la codificación del código latino y también del código oriental, después también una instrucción que salió sobre el proceso matrimonial.
Son horas que se echan ahí como a un pozo y que nadie las ve. Pero tal vez el Papa ha querido premiar ese aspecto, mi trabajo. Y evidentemente que esto redunda en honor de la Gregoriana y de la Compañía de Jesús.
--Usted trabajó durante muchos años como consultor con el cardenal Ratzinger en la Congregación para la Doctrina de la Fe. ¿Qué destacaría de estos dos años de pontificado de Benedicto XVI?
--Cardenal Navarrete: Se señala siempre en la prensa y pienso que muy objetivamente su magisterio: esta es una nota que todo el mundo la señala, por consiguiente cuando todo el mundo lo dice creo que está bien fundado en la verdad.
Yo puedo decir que he trabajado muchas veces con el cardenal Ratzinger y que es un hombre extraordinariamente inteligente, pero extraordinariamente.
Es un hombre que en sus misiones como prefecto escuchaba a todos y al final hacía una síntesis sin que se le escapase ningún dato que fuera relevante, con una capacidad extraordinaria de ir captando todos los datos interesantes que iban destacando los consultores, para después en un momento hacer la síntesis de la problemática.
Ya de pontífice habla de una serie de principios que va repitiendo por activa y por pasiva pero que son los fundamentales. Es la síntesis del Catecismo cristiano repetido bajo todos los puntos de vista posibles.
Por el padre Jon Korta, OCD