CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 13 diciembre 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI considera que en la lucha contra la pobreza la educación de la juventud es una prioridad para la comunidad internacional.
Así lo explicó este jueves al recibir las cartas credenciales de los nuevos embajadores ante la Santa Sede de Tailandia, Seychelles, Namibia, Gambia, Surinam, Singapur y Kuwait, al recibir sus cartas credenciales.
El Papa lanzó un «llamamiento para que todas las personas que tienen una función en la vida social, todas las que participan en el gobierno de las naciones, hagan todo lo que puedan para volver a dar esperanza a los pueblos que tienen la tarea de gobernar».
«Que tengan en cuenta sus aspiraciones más profundas y que hagan lo necesario para que todos puedan beneficiarse de las riquezas naturales y económicas de su país, según los principios de la justicia y de la equidad», afirmó.
«Desde esta perspectiva –aclaró el Papa en su discurso pronunciado en francés–, debe prestarse particular atención a las jóvenes generaciones, mostrándoles que son la primera riqueza de un país. Su educación integral es una necesidad primordial».
Según el obispo de Roma, «no es suficiente una información técnica y científica para forjar hombres y mujeres responsables en su familia y a todos los niveles de la sociedad».
«Para lograr este objetivo –subrayó–, hay que privilegiar una educación en los valores humanos y morales que permita a cada joven tomar confianza en sí mismo, esperar en el futuro, preocuparse de sus hermanos y hermanas en humanidad y asumir su papel en el crecimiento de la nación, con un sentimiento cada vez más agudo de preocupación por el prójimo».
Por este motivo deseó que, «en cada país, la educación de la juventud sea una prioridad con el apoyo de todas las instituciones de la comunidad internacional que están comprometidas en la lucha contra el analfabetismo y contra la falta de formación en todas sus formas».
«Es una manera particularmente importante de luchar contra la desesperanza que puede albergarse en el corazón de los jóvenes y provoca numerosos actos de violencia, individuales o colectivos», indicó el pontífice que acaba de escribir una encíclica sobre la esperanza.
Benedicto XVI concluyó alentando «a todas las personas que participan en esta hermosa misión de la educación de la juventud a continuar sin descanso en su tarea, convencidos de que la adecuada formación de los jóvenes prepara un mañana prometedor».