BRUSELAS, jueves, 13 diciembre 2007 (ZENIT.org).- Aunque marcadas por el respeto y la estima recíprocos, las relaciones entre la Unión Europea y la Santa Sede parten de puntos de vista diferentes, explica el «embajador» de Bruselas ante el Vaticano.
La Santa Sede está preocupada porque no se han reconocido las raíces cristianas de Europa, por la financiación de proyectos de investigación con células madre de embriones, la tendencia a reconocer diversas formas de familia, y el impulso a leyes que favorecen el aborto y la eutanasia.
Para saber cómo ve la Comisión Europea algunos puntos de fricción, Zenit ha entrevistado a Luis Miguel Leitão Ritto, de 62 años, jefe de la Delegación de la Comisión de la Comunidad Europea ante la Santa Sede.
--¿Cuándo empezaron formalmente las relaciones entre la delegación de la Comisión Europea y la Santa Sede?
--Luis Miguel Leitão: Las relaciones entre la Santa Sede y la Comunidad Europea empezaron en 1970. Con los años se han intensificado, basándose sobre todo en el respeto y la comprensión recíprocos.
En 1970, la Santa Sede nombró un nuncio ante la Comisión Europea [órgano ejecutivo de la Unión Europea, ndt.]. Al principio, la Comisión optó por llevar las relaciones desde Bruselas, tanto para reducir gastos como por la relativa cercanía a Roma.
En 2006, decidió nombrar un representante in situ, no sólo para dar plena reciprocidad a las relaciones sino también porque éstas se han intensificado y reforzado con el tiempo y, por tanto, debían seguirse más de cerca.
Por ello, el representante de la Comisión Europea ante la ONU en Roma fue elegido embajador de la Comisión Europea ante la Santa Sede. Hoy desempeño yo este cargo.
--¿Es verdad que las relaciones entre la Santa Sede y la Unión Europea no fueron siempre buenas, como por ejemplo tras el no reconocimiento de las raíces cristianas, en el futuro Tratado de la Unión Europea?
--Luis Miguel Leitão: No estoy de acuerdo. Las relaciones entre la Santa Sede y la Unión Europea han sido siempre buenas, como lo muestra el respeto y la comprensión recíprocas. Obviamente, no estamos de acuerdo en todo, pero esto no ha impedido, ni a la Santa Sede ni a la Unión Europea, mantener siempre un cordial y ventajoso diálogo sobre todos los argumentos de interés común.
De hecho, apreciamos mucho la aportación, que nunca faltó, de la Santa Sede en nuestro gran esfuerzo por construir una Europa basada en la paz, la democracia y los valores comunes, sin guerras e intolerancias. Y estamos muy agradecidos al apoyo que primero Juan Pablo II y luego Benedicto XVI dieron a la construcción de la Europa actual.
En cambio, estoy de acuerdo en que no se da suficiente importancia a las raíces cristianas en el futuro Tratado de Europa, como fué requerido por la Santa Sede y por organizaciones cristianas.
Aunque hay que señalar que, en la introducción, se dice que la Unión Europea extrae «su inspiración de la herencia cultural, religiosa y humana de Europa. Justo ahí tienen su origen los valores universales de los derechos inviolables e inalienables de las personas: la libertad, la democracia y la igualdad frente a la ley».
Es una declaración fuerte que justamente reconoce nuestros orígenes religiosos, culturales y humanos, que deben ser tenidos en cuenta en un momento en que se evalúa el Tratado, que prevé explícitamente un diálogo con las Iglesias y con las organizaciones religiosas. Además, la Carta de Derechos Fundamentales salvaguarda la libertad de religión en el Tratado.
--La promoción en la UE de leyes pro aborto, divorcio, matrimonios homosexuales e investigación con células madre embrionarias, crea dificultades en las relaciones Santa Sede-Comisión Europea. ¿Qué opina al respecto?
--Luis Miguel Leitão: Estas preguntas tocan temas que no son responsabilidad de la Unión Europea. La UE está constituida por países democráticos que tienen derecho a promulgar leyes, según su Constitución y en línea con la Carta de Derechos Fundamentales, y el principio de no discriminación.
Le puedo asegurar que los países miembros de la UE están siguiendo con gran atención la situación demográfica en Europa, y están tomando las medidas oportunas. Hay una voluntad común de crear una sociedad más a medida de las familias. A este propósito, aparte de los incentivos fiscales, estas medidas incluyen soluciones que privilegian la posibilidad de conciliar el trabajo con la familia garantizando, por ejemplo, el derecho de la madre trabajadora, y poniendo en marcha normativas que prevean permisos de maternidad y paternidad.
En línea con estos principios, quiero subrayar que la UE y sus países miembros aprobaron las decisiones adoptadas en El Cairo, en 1994, en la Conferencia Internacional de Naciones Unidas sobre Población y Desarrollo (ICPD), considerándolas parte integrante de su política.
La Conferencia Mundial sobre las Mujeres, celebra en 1995 en Pekín, reconoció que el «Consenso del Cairo» fue un impulso importante para la emancipación y la adquisición de derechos de la mujer.
El «Consenso del Cairo» fue una victoria para la dignidad humana y admitió finalmente la estrecha relación entre desarrollo de un país y aumento de la población. El acuerdo reconoce la importancia del control de nacimientos por parte de la mujer, y la necesidad un sistema sanitario que incluya la planificación de nacimientos y la disminución de la mortalidad infantil y materna.
¡Es absolutamente falso que los países miembros de la UE «promuevan el aborto y la fecundación artificial»! No es correcto. Usted tiene derecho, como todos, a criticar las leyes de los países miembros de la UE, pero debe reconocer que esta legislación es un sincero intento de ayudar a los ciudadanos a afrontar situaciones difíciles.
De hecho, la UE aspira a una sociedad justa que se preocupe de sus ciudadanos y todas sus leyes han sido votadas y adoptadas tras largos y atentos debates. Por favor, recuerde también que todos los países de la UE están vinculados no sólo a la democracia sino al respeto de la ley y de los derechos humanos.
--En la Unión Europea, se practica un aborto cada 25 segundos y un divorcio cada 30 segundos. En los países en los que se ha liberalizado el aborto aumenta cada vez más: 140.000 al año en Italia, 90.000 en España y 400.000 en el Reino Unido. En los países en los que no ha sido liberalizado, como Polonia, hubo pocas decenas en 2005. ¿Por qué entonces la UE presiona a Polonia para que liberalice el aborto?
--Luis Miguel Leitão: Una vez más le digo que esta pregunta no entra en las competencias de la Unión Europea. De todos modos, creo que he respondido antes a esta pregunta. Pero es importante saber lo que ha hecho la UE en los últimos 50 años, en el campo social, humano y de derechos humanos, en el respeto de la ley y en el empeño difundido por proteger (por ejemplo) a mujeres, niños, ancianos y otros grupos de personas más vulnerables.
La UE no es sólo la democracia más grande del mundo (con una población de casi quinientos millones de individuos), sino que es también una Europa de valores. Estamos orgullosos de nuestro desarrollo social y de que la UE haya evolucionado hacia un alto nivel de civilización, reconocido en todo el mundo. Nuestra lucha contra la pena capital es prueba de todo esto.
--¿Cuáles son las áreas de posible incremento de colaboración entre la Comisión Europea y la Santa Sede?
--Luis Miguel Leitão: La UE y la Santa Sede comparten muchos valores comunes, sobre todo en cuanto a derechos humanos y dignidad del ser humano. Por tanto, este es un área en que podrían pot enciar su cooperación, sobre todo tratando de ayudar a promover la democracia, la tolerancia y la paz en el mundo.
Por otra parte, usando sus pasadas experiencias, podrían trabajar juntos en favor de la reconciliación de los pueblos, promoviendo el respeto recíproco, teniendo en cuenta las diversas culturas y religiones, como ya hicimos en la UE.
Debemos ayudar a establecer un mundo de tolerancia en el que todas las personas, al margen de sus creencias, lengua y tradición, vivan juntas en armonía y respeto. Otro campo de colaboración son los foros internacionales, como las Naciones Unidas.
Tanto la UE como la Santa Sede defienden el sistema multilateral de la ONU y su empeño en la lucha contra la pobreza, la enfermedad, el hambre en el mundo, y el logro de los Objetivos del Milenio, dando importancia en especial a la educación y a la salud. Los países miembros de la ONU anunciaron el compromiso de eliminar el hambre en el mundo antes de 2000. La fecha fue luego retrasada a 2015.
Además quiero subrayar que la Campaña del Jubileo de 2000 promovida por la Santa Sede para reducir la deuda fue luego apoyada por la UE, con la generosa eliminación de la deuda acumulada en los últimos seis años por los países más pobres, a través de los acuerdos bilaterales y multilaterales.
Por último, me complazco en informarle que tenemos ya un alto nivel de cooperación con Caritas, la coalición de agencias católicas para el desarrollo (CISDE), las ONG católicas, y también con otras redes implicadas en proyectos de desarrollo.
Por Antonio Gaspari, traducido del italiano por Nieves San Martín