CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 24 diciembre 2007 (ZENIT.org).- Revivir el sentido de Belén es la tarea que el cardenal Alfonso López Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la Familia, confió a los comunicadores católicos especializados en temas de familia.
La propuesta del cardenal fue presentada a los participantes en el encuentro de directores de revistas católicas italianas que tratan temas de familia y vida, organizado el pasado día 19 de diciembre, en el Vaticano, por el dicasterio que preside.
La elección de la fecha de la reunión, tan cercana a Navidad, escribe el purpurado en un mensaje a quienes estuvieron presentes, hace referencia «a la lógica de la ternura de Dios», que ha hecho que el Verbo encarnado «renunciara a todo menos al amor por la familia, que es siempre la riqueza más profunda para quienes son llamados a esta aventura personal y dialogante en el tiempo y en la historia».
«Revivir el sentido de Belén», añade, es una tarea que corresponde a todos «mediante una felicidad plena que sólo la comprensión de Dios misericordioso puede asegurar».
En un contexto en el que el tema de la familia y de la vida incluye numerosas realidades en continua evolución, según el cardenal hay que hacerse una «urgente pregunta»: ¿Es posible rescatar a tantas familias de una crisis que afecta a muchos?».
A este respecto, propuso dos vías para hacer una «aportación a la clarificación» de las cuestiones inherentes a la institución familiar: el «esfuerzo de presentación positiva del Evangelio de la familia y de la vida», subrayando que la institución del matrimonio es un proyecto de Dios y, por otra parte, el «diálogo sobre la identidad».
«No se puede dejar de buscar respuestas a tantos interrogantes –denunció–. No podemos rendirnos tranquilamente a toda la fabricada hostilidad que abre las vías al relativismo».
Por este motivo, es necesario «sopesar en el mundo de hoy las diversas objeciones que se presentan a la verdad de la familia», con argumentaciones que favorezcan «el bien común del hombre en la sociedad».
La importancia de la aportación de los cristianos al debate actual sobre la familia y otros temas de candente actualidad ha sido subrayada por el padre Gianfranco Grieco, OFM Conv., jefe de oficina del Consejo Pontificio para la Familia.
En su intervención en el encuentro, en el que estuvo presente también Zenit, el sacerdote subrayó con preocupación el hecho del «invierno demográfico», sobre todo en Europa.
«El envejecimiento de la población y el bajo índice de recambio generacional llevarán al aumento del gasto público y al descenso de la productividad», constató, y añadió que «los fuertes y masivos flujos y reflujos migratorios, por sí solos, no serán una solución si no se acompañan de sólidas políticas de integración».
La cuestión demográfica, indicó «exige a la política que se siente a razonar a largo plazo», y añadió que es deseable que la Unión Europea proponga a los estados miembros que estipulen un pacto europeo a favor de la familia, «corazón de la sociedad e imagen del vínculo de Dios con los hombres».
Junto al problema demográfico, el padre Grieco subrayó otras cuestiones como «el nuevo modo de concebir el matrimonio, el amor humano y la sexualidad en una perspectiva esencialmente subjetivista», y los progresos «prodigiosos en el ámbito de la bioética».
El intento de varios estados de adaptar sus legislaciones a estos fenómenos, comentó, a veces se ha realizado «rápidamente, sin un análisis suficiente y en profundidad».
Las consecuencias de esto, señaló, están «en el campo de la contracepción y del aborto, también para menores», en el hecho de haber quitado «de algún modo a los padres una parte de responsabilidad»; el poner sobre el mismo plano «la relación entre un hombre y una mujer y entre dos personas del mismo sexo», advirtió, dan a estas últimas «la posibilidad de adoptar o tener niños»; y, por última consecuencia citó «la eutanasia para evitar la conclusión de una vida a veces difícil».
El padre Grieco denunció «una especie de anestesia de las conciencias que lleva a pensar que cualquier comportamiento, fuente de placer y que resulta cómodo, sea necesariamente bueno» y que lleva a creer que «lo que es legal no puede dejar de ser moralmente bueno».
En este contexto, «el criterio del bien por tanto no es verdaderamente objetivo y cada uno crea la propia verdad».
«Estamos frente a una verdadera lucha –observó–. Los laicistas saben lo que quieren y tienen armas y aliados para esta gran batalla».
«¿Sólo debemos defendernos? ¿Debemos alzar la voz?, se preguntó. Y respondió que sólo tenemos que «hacer lo que nos corresponde», si no «son los otros los que ocupan también nuestros espacios legítimos».
A todo los actuales cambios en torno a la familia, que ha pasado a ser «de espina dorsal de la sociedad a algo frágil y necesitado de cuidados», «los cristianos tenemos que responder con la fidelidad al Evangelio de la vida y con la Doctrina Social de la Iglesia», advirtió.
«Vida humana, matrimonio y familia son tres objetos de alta reflexión que, para nosotros, encuentra el fundamento en Dios Creador y en el Evangelio de la Vida», concluyó.
Por Roberta Sciamplicotti, traducido del italiano por Nieves San Martín