ROMA, domingo, 15 diciembre 2007 (ZENIT.org).- El presidente del Consejo Pontifico para las Comunicaciones Sociales da la bienvenida al cine que afronta «la crisis existencial» y la consecuente «búsqueda de una identidad por parte del hombre contemporáneo».
El arzobispo Claudio Maria Celli lo dijo al inaugurar el Festival de Cine Espiritual «Tertio Millennio», que ha llegado ya a su XI Edición en Roma, acompañado de un congreso que esta vez ha querido profundizar en el tema de «Identidad y disgregación. La crisis del hombre contemporáneo a través del cine de ficción y documental».
En su ponencia, en la Sala de proyecciones Trevi de Roma, el prelado evocó cómo el cine ha sido «la razón de la existencia» del Consejo Pontifico para las Comunicaciones Sociales, que nació en 1948 como Comisión Pontificia de Consulta y de Revisión Eclesiástica de Películas.
Después de recordar «la constante atención del Magisterio por el cine», monseñor Celli resaltó cómo el cine sigue consiguiendo todavía hoy «representar un texto complejo de la contemporaneidad que, aunque está motivada por intenciones diferentes de la pedagógica, quiere presentarse como ocasión importante para el crecimiento».
Monseñor Celli dijo que el cine, «en los mejores casos», es capaz de un «alto voltaje moral».
Refiriéndose concretamente a la iniciativa del Festival del «Tertio Millennio», que cuenta con el apoyo del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales y el Consejo Pontificio para la Cultura, además de ser organizado por la fundación italiana «Instituto del espectáculo» («Ente dello Spettacolo», www.cinematografo.it), monseñor Celli dijo que las películas propuestas consiguen «dar el sentido de un cine portador de valores que incentivan el debate sobre los grandes temas de nuestro tiempo».
Para el hombre a quien Benedicto XVI ha confiado la pastoral de las comunicaciones en el mundo la reflexión sobre la realidad lleva «inevitablemente» a interrogarse sobre el hombre y sobre la «fragmentación de su identidad».
«La época actual está marcada por contrastes ideológicos, falta de certezas materiales y morales, conflictos bélicos que minan profundamente al individuo hasta anular sus certezas».
«La disgregación de la identidad, amenazada al mismo tiempo por factores internos y externos, obliga sin embargo al ser humano a buscar con mayor fuerza y dolor el sentido último de las cosas y de su propia existencia».
Después de haber recordado cómo los medios de comunicación brindan la inmediatez y el conocimiento de lo que acaece en el mundo, el arzobispo Celli reconoció que «la destrucción del ecosistema» o la «tragedia de Darfur», en Sudán, no son realidades que puedan ser ignoradas.
«La globalización hace posible conocer realidades felices al lado de tragedias humanas alrededor de las cuales gobiernos, regímenes o simplemente potentes multinacionales preferirían el silencio».
En este marco, «no cabe duda de que el cine es el medio que restituye los hechos después de haberlos analizado, sondeado, comprendido y hecho inteligibles a todos».
Entre las películas del festival destaca «Alexandra», del ruso Aleksandr Sokuyrov, que en el Festival de Venecia ganó el Premio Robert Bresson. La película afronta «desde un perspectiva insólita» el tema de la situación socio-política de Chechenia, ilustró monseñor Celli.
Finalmente deseó que el Festival contribuya a la «difusión de una producción cinematográfica del más alto contenido moral».
Por Miriam Díez i Bosch