ROMA, jueves, 3 abril 2008 (ZENIT.org).- «Introducir el Evangelio en el corazón de su vida profesional» es uno de los desafíos más acuciantes del cristiano de hoy, afirma el nuevo secretario general de Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), Pierre-Marie Morel.
El nuevo secretario asumió sus funciones en la sede internacional del organismo, cerca de Francfort, en Alemania, en enero pasado. Anteriormente había desempeñado altas funciones en importantes compañías internacionales. Ahora se le acaba de ofrecer la oportunidad de poner su experiencia al servicio de la Iglesia.
Regocijándose de poder realizar la unidad entre su fe y su vida profesional, Pierre-Marie Morel no pierde de vista el peso de su nueva tarea y se ha tomado un tiempo para escuchar: «Escuchar para definir prioridades de acción; escuchar para comprender las apuestas de nuestro tiempo y adaptar AIN en la fidelidad creadora al padre Werenfried, fundador de la organización», precisa en esta entrevista concedida a Zenit.
–Usted ha estudiado Ciencias Económicas y ha desempeñado altas funciones en importantes compañías internacionales. ¿Qué siente ahora en este puesto?
–M. Morel: Hay que seguir siendo realista y moderado. A los 60 años, estoy al fin de mi carrera y es completamente normal haber ocupado puestos diversos y variados. Lo que es interesante en cambio es ver cómo el Señor nos prepara.
Las diferentes actividades eclesiales y pastorales que hemos ejercido en la Iglesia mi mujer, Anne, y yo, y especialmente desde más de 25 años en el seno de la comunidad del Emmanuel, nos han hecho crecer en un espíritu de servicio y de apertura.
Encontrarme en este puesto me llena de gozo porque me lleva a realizar la unidad entre mi fe y mi vida profesional. El peso de la tarea sin embargo me invita a encontrar fielmente al Señor en la oración y la adoración del Santo Sacramento.
En cuanto al puesto de secretario general, es un cargo que debe reunir competencias variadas como las nuevas tecnologías, las finanzas, la gestión de personas. La particularidad de un puesto de este tipo es que requiere también un gran amor a la Iglesia y un abandono al Espíritu Santo. Más allá de nuestras competencias profesionales que son indispensables, nuestro principal trabajo es amar ¡y esto no es siempre fácil!
–¿Su experiencia internacional en el campo de la gestión de empresas multinacionales puede constituir un plus u otra manera de concebir la ayuda en favor de estas Iglesias perseguidas, víctimas de discriminaciones o demasiado pobres para cumplir su misión pastoral?
–M. Morel: Mis funciones en IBM o EADS han sido bastante variadas y mis doce años de expatriación me han ayudado a aprehender los fenómenos de la globalización en las diferentes culturas. AIN es una obra eclesial, por tanto tiene una vocación universal. Si al principio estaba sobre todo orientada hacia la Iglesia perseguida tras el telón de acero, hoy, la realidad es muy distinta, y las demandas de ayuda vienen de obispos de todos los continentes.
El discernimiento de los proyectos pastorales pasa por el filtro de las diócesis locales que preparan expedientes de petición de ayuda. A continuación, un equipo de expertos realiza un nuevo discernimiento en función de las prioridades de la Santa Sede y también de las posibilidades financieras de la obra. El secretario general y el presidente aprueban la distribución de los presupuestos concedidos a las diferentes partes del mundo así como los proyectos más importantes.
En la solidaridad a nivel de proyectos pastorales hay un doble movimiento. Los informes narrativos que acompañan el cierre de un proyecto, con sus testimonios, revitalizan a nuestras propias comunidades cristianas a menudo tibias. Así la generosidad y la oración de los benefactores queda enriquecida por el don de la alegría y del testimonio.
Mire, ante todo el sufrimiento de la Iglesia sólo se pude dar al Señor la gracia de la esperanza gozosa y de la humildad.
–La ayuda de AIN responde a las necesidades de las Iglesias locales que más sufren o las más desprovistas en 130 países del mundo. ¿Cómo se presenta a tendencia de las necesidades en el mundo? ¿Aumentan las demandas incluso en la Iglesia de países en los que en el pasado todo iba bien por así decir? Y en su opinión, ¿por qué se da esta situación?
–M. Morel: Para empezar, el telón de acero ha caído y la situación del mundo y de la Iglesia sigue evolucionando de manera contrastada.
Allí donde la Iglesia es perseguida, su sufrimiento es grande, pero uno de los frutos de este sufrimiento es que gana a menudo en fuerza, en tamaño y en santidad.
Paradójicamente, donde la secularización occidental hace aparentemente todo posible, la Iglesia tiende a debilitarse y el sufrimiento cambia de naturaleza. ¿Es porque el nivel de vida y el culto al dinero alejan de los valores fundamentales? ¿Es porque la revolución cultural occidental, como dice Marguerite Peeters, es uno de los mecanismos de ingeniería social más eficaces de la globalización de la apostasía?
La ideología de género no ha acabado probablemente de hacer estragos en nuestro mundo occidental, pero puede también tocar a países hasta ahora preservados en África o en América Latina. Entonces debemos formarnos para no caer en las trampas de la deconstrucción antropológica programada por esta ideología.
Una evaluación reciente habla de mil millones de niños muertos antes de nacer en el mundo desde que las leyes lo autorizan. La familia es ridiculizada, la maternidad y la paternidad responsable son desacreditadas, la sociedad en su conjunto se ha vuelto frágil por la liberalización de las costumbres, y las leyes que aseguran ahora la promoción de lo que eran no hace tanto tiempo todavía en nuestro código civil incitaciones a la corrupción.
Entonces sí, las necesidades de la Iglesia van a evolucionar y, además de las demandas urgentes que nos llegan del mundo entero, es de esperar que aumenten las demandas del mundo occidental para una nueva evangelización.
Por Isabelle Cousturié, traducido del francés por Nieves San Martín