ROMA, domingo, 6 abril 2008 (ZENIT.org).- «Introducir el Evangelio en el corazón de su vida profesional» es un desafío del cristiano de hoy, afirma el nuevo secretario general de Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), Pierre-Marie Morel.
Publicamos a continuación la segunda parte de esta entrevista. La primera parte de esta entrevista fue publicada por Zenit el 4 de abril de 2008.
–¿De qué orden son actualmente las demandas más frecuentes?
–M. Morel: Puedo darle una indicación del reparto de nuestra ayuda en función de la naturaleza de los proyectos en 2007, que será publicada dentro de poco en nuestro informe anual: ayuda a la construcción, 28,1 %; ayuda de urgencia, 1,3%; ayuda a la subsistencia, 3,3 %; ofertas de misas, 14,2%; formación religiosa, 14,3%; apostolado de los medios, 3%; apostolado bíblico, 3,9%; ayudas pastorales, 18,4 %; catequesis, 8,6%; ayuda a la motorización, 4,9 %.
Pero no hay que considerar sólo la ayuda financiera. No hay pequeños proyectos. Todos tienen su importancia, cualquiera que sea su importe. Se trata en principio de estar a la escucha de las necesidades de nuestros hermanos y hermanas en la fe, con un gran respeto por aquellos que mejor que nosotros saben dónde están las prioridades.
Tres ejemplos de naturaleza muy diferente: un proyecto para proporcionar una decena de bicicletas en África para permitir a los catequistas llegar a las comunidades en el campo puede ser eminentemente estratégico; un proyecto para participar en la construcción del gran seminario de Lviv en Ucrania puede tener consecuencias inmensas en la pastoral de la región; un proyecto que podrá contribuir a la reconciliación en China entre los católicos oficiales y no oficiales responderá a la reflexión del Papa Benedicto XVI el 8 de enero de 2007 en un encuentro con el cuerpo diplomático. Decía entonces: «Mi pensamiento se dirige a las comunidades cristianas. En la mayor parte de Asia, se trata a menudo de comunidades pequeñas pero vivas, que desean legítimamente poder vivir y actuar en un clima de libertad religiosa. Es a la vez un derecho primordial y una condición que les permitirá contribuir al progreso material y espiritual de la sociedad, y ser elementos de cohesión y concordia». Como usted sabe, el Santo Padre publicó a continuación una carta a todos los católicos en China invitándoles a la unidad. Se capta mejor así la apuesta de tales proyectos.
–El dinero de que la obra dispone procede exclusivamente de los benefactores. Hablemos de la cantidad de donativos que reciben. ¿Cómo la ve? ¿Constante? ¿Y suficiente en relación a las peticiones?
–M. Morel: La curva de donativos es un milagro permanente pues ha seguido en los últimos años la curva de las demandas de ayuda. La evolución de los donativos no es totalmente lineal pero la tendencia es al alza. Sin embargo, los donativos no permiten siempre cubrir el total de las necesidades. En 2007, hemos podido responder a un poco más de cinco mil proyectos sobre más de siete mil demandas.
Los donativos fueron en 1994 de 58 millones de euros; en 2000, 66 millones; en 2005, 74 millones, y en 2007, 79 millones.
En cuanto al futuro, sabe usted, la evolución de la curva de donativos está en manos del Señor. Sin embargo tenemos confianza en cuanto a la generosidad de nuestros benefactores y los nuevos donantes a menudo jóvenes que se suman cada vez más a este impulso de solidaridad.
Continuaremos también adaptándonos a la evolución del mundo haciendo evolucionar la presencia de nuestras oficinas nacionales y continuando la mejora de nuestra comunicación para dar a conocer mejor esta obra indispensable en el mantenimiento de la misión pastoral de la Iglesia en el mundo.
–¿Qué propone a este nivel? ¿Tiene usted ya la idea de un proyecto que quisiera poner en práctica?
–M. Morel: Las grandes orientaciones para el futuro conciernen a la comunicación hacia segmentos de población más jóvenes que la media de edad de nuestros bienhechores actuales, para la evangelización y para la perennidad de nuestra obra.
El segundo eje toca a la evangelización de los medios y a la evangelización por los medios y por las nuevas tecnologías.
–Usted ha dicho, en varias declaraciones tras su nombramiento, que ve a la Iglesia como un actor global. ¿Puede explicarlo?
–M. Morel: Es una mala traducción de la palabra «global» inglesa que, traducida al francés quiere decir mundial y que aplicada a la Iglesia quiere decir universal. La Iglesia es experta en humanidad y por ello tiene una misión universal. ¿Quién mejor que la Iglesia habla de Amor? ¿Quién mejor que la Iglesia habla de perdón? ¿Quién mejor que la Iglesia habla de felicidad?
¿Quién mejor que la Iglesia habla de Verdad? ¿Quién mejor que la Iglesia nos invita a meditar en la Palabra de Dios? Y esto no está reservado a algunos iniciados sino a todos los hombres de buena voluntad que buscan la Verdad. En todos los continentes. En este sentido, la Iglesia tiene una vocación universal.
Por Isabelle Cousturié. Ttraducido del francés por Nieves San Martín.