MÉXICO, martes, 8 abril 2008 (ZENIT.org–El Observador).- Mediante un comunicado, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) ha salido al paso de las especulaciones que la prensa mexicana está haciendo sobre declaración de su presidente, el obispo de Texcoco, monseñor Carlos Aguiar Retes, en una rueda de prensa celebrada el 4 de abril.
En dicha rueda de prensa, los periodistas le preguntaron a monseñor Aguiar Retes sobre el controvertido tema de las llamadas «narcolimosnas», a lo cual el obispo de Texcoco, en pleno apego a la doctrina de la Iglesia, respondió que solamente Dios puede juzgar y perdonar a quienes cometen el ilícito del narcotráfico.
Al mismo tiempo, constató que, en muchos lugares del país, algunos narcotraficantes deciden cambiar de vida y buscan orientación a la misma Iglesia, En ocasiones, tras la conversión colaboran en la construcción de templos para la comunidad.
Las declaraciones de monseñor Aguiar Retes fueron tomadas como un espaldarazo a las limosnas dadas por los narcotraficantes y se ha empezado a hablar en diversos medios de comunicación de las «narcobondades». Estas prácticas son condenadas por la Iglesia, según se explica en este documento emitido por la CEM.
TODOS SOMOS PERDONADOS
SOLAMENTE DIOS NOS PUEDE JUZGAR
«…Jesús regresó al templo… y los maestros de la ley y los fariseos se presentaron con una mujer que había sido sorprendida en adulterio. La pusieron en medio de todos y preguntaron a Jesús: -Maestro, esta mujer ha sido sorprendida cometiendo adulterio. En la ley de Moisés se manda que tales mujeres deben morir apedreadas ¿Tú que dices? La pregunta iba con mala intención pues querían encontrar un motivo para acusarlo. Jesús se agachó y se puso a escribir con el dedo en la tierra. Como ellos insistían en preguntarle, Jesús se levantó y les dijo: Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra. Al oír esto se fueron uno tras otro… Jesús se levantó y le preguntó a la mujer: ¿Dónde están? ¿Ninguno de ellos se ha atrevido a condenarte? Ella contestó: ninguno, Señor. Entonces Jesús añadió. Tampoco yo te condeno. Puedes irte, pero no vuelvas a pecar (Cf. Jn 8,1-11).
Con este texto bíblico queremos iniciar esta reflexión donde Jesús prohíbe emitir juicios condenatorios sobre los demás. En días pasados hemos leído y escuchado en los medios que la Iglesia reconoce la bondad de los narcos. Todo ello, viene a cuento por el llamado a la conversión que en la Cuaresma 2008 hiciera la CEM a todos los católicos y en especial a los narcotraficantes.
En la rueda de prensa del 4 de abril con motivo de la presentación del comunicado final de la Asamblea Ordinaria del episcopado, una periodista preguntó a Mons. Carlos Aguiar si todavía creían que los narcos podrían convertirse. Mons. Aguiar respondió afirmativamente y puso el ejemplo de que algunos se han acercado a la Iglesia para pedir apoyo con la intención de un cambio en su vida, pero la legislación actual no favorece tal cambio; y cuando habla de los que se han acercado, se refiere a aquellos que han estado inmiscuidos en tareas menores, y no tanto a los grandes capos de la droga. Muchos por amenazas y presiones prefieren seguir como están; sin embargo, otros, aún arriesgando su propia vida han aceptado el llamado a la conversión, a la metanoia. De ahí que Mons. Aguiar pusiera el ejemplo de Colombia como posible camino a seguir con todas sus implicaciones legales que conlleva. Esto lo dijo porque conoce la situación colombiana y por haber sido Secretario General del CELAM durante 4 años en ese país.
Mons. Aguiar también comentó que muchos narcotraficantes son bien recibidos en sus lugares de origen, en la mayoría de los casos de zonas pobres, porque han llevado servicios a dichas poblaciones, incluso construyen sus capillas al santo patrono del lugar o al santo de su mayor devoción. Por eso, los pobladores los ven como bienhechores bondadosos que ayudan a mejorar su situación. Lo que nunca dijo Mons. Aguiar, y ahí está la versión estenográfica de que la Iglesia Católica hubiera recibido donativos de los narcotraficantes, es más, condenó cualquier donativo que pudiera venir de ellos, expresó que la Iglesia no recibe limosnas por escucharlos ni se puede justificar una acción mala con otra buena. Pero de estas afirmaciones no se puede desprender que la Iglesia avale la conducta y actuación de los narcotraficantes; al contrario, la condena y lo seguirá haciendo porque es un atentado contra la vida y contra el bien de México.
Por eso nos extraña que militantes de algunos partidos políticos, de organismos sociales y de la misma clase intelectual, que sin conocer el contexto de las declaraciones hechas por Mons. Aguiar, hagan comentarios sobre un tema tan delicado como es el llamado a un cambio de vida.
La actitud de la Iglesia siempre ha sido y será la de hacer un exhorto a todos aquellos que se han alejado del camino del bien, que han caído en pecado o cometido faltas o infracciones a las leyes que todos los ciudadanos debemos observar y cumplir en especial a aquellos que se han incorporado al consumo de drogas y a la red del narcotráfico para que cambien de conducta. Algunas voces que se erigen como jueces, dicen que no al perdón para estas personas. Sin embargo, la Iglesia cuando habla de perdón siempre exige la enmienda. Jesús cuando llega a casa de Zaqueo dice que «la salvación ha llegado a esta casa» y Zaqueo poniéndose de pie exclama: «Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres, y si engañé a alguno le devolveré cuatro veces más» (Lc 19,8). Eso se llama conversión y cambio de vida.
No debería preocuparnos ni menos escandalizarnos la idea de que la Iglesia busque y promueva el arrepentimiento y el perdón, la concordia, la paz, la estabilidad y la superación de conflictos. En nuestro país hay necesidades urgentes de justicia y reconciliación, así como acabar con la impunidad y la simulación.
La Iglesia siempre ha buscado caminos de concordia y armonía entre los mexicanos y lo seguirá haciendo mientras se lo permitan. Hoy más que nunca necesitamos sumar esfuerzos y no comprar pleitos o protagonismos que en nada nos favorecen. México, como el mundo entero vive un cambio de época, a esto debemos aunar la transición política y social por la que estamos pasando, de ahí que siempre haremos una exhortación para que nuestro México no se quede anclado en un pasado arcaico y mire al futuro buscando que las desigualdades sociales y la pobreza desaparezcan, así como respetar todos los derechos de los ciudadanos.
+ José Leopoldo González González
Obispo Auxiliar de Guadalajara
Secretario General de la CEM
Pbro. Lic. Manuel Corral Martín
Secretario Ejecutivo de Relaciones Públicas
e Iglesia-Estado de la CEM