BUENOS AIRES, lunes, 14 abril 2008 (ZENIT.org).- Al término de su Asamblea Plenaria, celebrada en la localidad de Pilar, del 7 al 12 de abril, los obispos de Argentina han emitido una declaración sobre el desafío misionero en el país, en fidelidad a los declarado en el encuentro continental de Aparecida.
En su declaración, titulada «Pueblos de Dios: ¡Renovemos el gozo de la misión!», fechada el 12 de abril, los prelados afirman haber dedicado «con alegría un tiempo considerable para buscar caminos adecuados, que nos ayuden a aplicar las orientaciones pastorales surgidas del gozoso encuentro eclesial de Aparecida».
«Queremos -añaden- renovar con todo el Pueblo de Dios el desafío de ser discípulos misioneros de Jesucristo, recordando que nadie puede ser apóstol y enviado si no recrea el encuentro con el Señor vivo y resucitado, y se convierte a él».
A un año de ese encuentro eclesial y próximos a celebrar la fiesta de Pentecostés, indican los obispos desear «compartir con todos ustedes el aliento y estímulo que significó para nosotros esta experiencia de comunión con todos los fieles de América Latina y El Caribe».
«Estamos convencidos -subrayan- de que este acontecimiento es un mensaje providencial de la Iglesia, que confirma y amplia las líneas pastorales de la Iglesia en Argentina trazadas en ‘Navega mar adentro’ (2003) y nos anima a seguir con mayor empeño nuestra misión. En comunión con nuestras Iglesias hermanas del Continente compartimos este nuevo impulso misionero, para que todos podamos llegar a ser hijos de Dios y tratarnos como verdaderos hermanos».
Los obispos valoran «el camino pastoral que realizan las Iglesias particulares con sus nuevos planes y proyectos». Por ello, agradecen «la entrega generosa de los sacerdotes y diáconos, nuestros principales colaboradores, de los consagrados y consagradas, de los agentes pastorales y de todas las comunidades cristianas».
Con todos, desean «seguir abiertos al impulso del Espíritu, que nos viene de Aparecida, para renovar el entusiasmo de ser discípulos misioneros de Jesucristo. De la mano de María, fiel discípula y servidora, queremos llevar vida plena a nuestro pueblo».
Animan a cada una de las diócesis «a vivir la fe y la misión con entusiasmo y pasión, en el espíritu de la misión de todo el Continente. Conocer a Jesucristo por la fe es nuestro gozo; seguirlo es una gracia, y transmitir este tesoro a los demás es un encargo del Señor».
«La caridad de Cristo nos urge. Somos conscientes de que ser mejores discípulos y misioneros de Jesucristo es un bien para la Iglesia y un servicio para nuestra Patria», concluyen.
Por Nieves San Martín