WASHINGTON, jueves, 17 abril 2008 (ZENIT.org).- Los abusos sexuales contra menores de edad están completamente en contra del Evangelio y son motivo de «profunda vergüenza», afirmó Benedicto XVI en la tarde de este miércoles en su discurso a los obispos de los Estados Unidos.
El Papa dirigió sus palabras a unos 350 cardenales y prelados en la cripta de la Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción de Washington. Si bien en un primer momento se había pensado en que el encuentro tuviera carácter privado, al final se permitió la participación a un número limitado de representantes de los medios de comunicación.
Afrontando directamente la cuestión de los abusos sexuales, que en años pasados sacudió a la Iglesia en los Estados Unidos, afirmó: «muchos de vosotros me habéis hablado del enorme dolor que vuestras comunidades han sufrido cuando hombres de Iglesia han traicionado sus obligaciones y compromisos sacerdotales con semejante comportamiento gravemente inmoral».
«Mientras tratáis de erradicar este mal dondequiera que suceda, tenéis que sentiros apoyados por la oración del Pueblo de Dios en todo el mundo», añadió.
El pontífice alabó a los obispos por haber dado la prioridad «a las expresiones de compasión y apoyo a las víctimas» de los abusos sexuales.
«Es una responsabilidad que os viene de Dios, como pastores, la de fajar las heridas causadas por cada violación de la confianza, favorecer la curación, promover la reconciliación y acercaros con afectuosa preocupación a cuantos han sido tan seriamente dañados», aseguró.
El cardenal Francis George, arzobispo de Chicago y presidente de la Conferencia Episcopal, afirmó en sus palabras introductivas que la respuesta a los casos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes ha sido «tratada a veces de pésimo modo».
Benedicto XVI, citando el comentario del purpurado, añadió: «Ahora que la dimensión y gravedad del problema se comprenden más claramente, habéis podido adoptar medidas de recuperación y disciplinares más adecuadas, y promover un ambiente seguro que ofrezca mayor protección a los jóvenes».
«Mientras se ha de recordar que la inmensa mayoría de los sacerdotes y religiosos en América llevan a cabo una excelente labor por llevar el mensaje liberador del Evangelio a las personas confiadas a sus cuidados pastorales, es de vital importancia que los sujetos vulnerables estén siempre protegidos de cuantos pudieran causarles heridas».
A este respecto, observó, «vuestros esfuerzos por aliviarlos y protegerlos están dando no sólo gran fruto para quienes están directamente bajo vuestra cuidado pastoral, sino también para toda la sociedad».
Un contexto más amplio
Benedicto XVI añadió que para comprenderla es necesario enmarcar la crisis de los abusos sexuales en un contexto más amplio.
«Los niños tienen derecho a crecer con una sana comprensión de la sexualidad y de su justo papel en las relaciones humanas», declaró.
«A ellos se les debería evitar las manifestaciones degradantes y la vulgar manipulación de la sexualidad hoy tan preponderante. Ellos tienen derecho a ser educados en los auténticos valores morales basados en la dignidad de la persona humana».
«Esto nos lleva a considerar la centralidad de la familia y la necesidad de promover el Evangelio de la vida», reconoció.
«¿Qué significa hablar de la protección de los niños cuando en tantas casas se puede ver hoy la pornografía y la violencia a través de los medios de comunicación ampliamente disponibles?», se preguntó el Papa.
«Debemos reafirmar con urgencia los valores que sostienen la sociedad, a fin de ofrecer a jóvenes y adultos una sólida formación moral».
El pontífice constató que en la promoción de los auténticos valores todos tienen un papel, no sólo los padres, los formadores religiosos, los profesores y los catequistas, «sino también la información y la industria del ocio».
«Cuidar de verdad de los jóvenes y del futuro de nuestra civilización significa reconocer nuestra responsabilidad de promover y vivir los auténticos valores morales que hacen a la persona humana capaz de prosperar», añadió.
Recordó a los obispos que es «vuestro deber de pastores que tienen como modelo Cristo, el Buen Pastor, proclamar de modo valiente y claro este mensaje y afrontar, por tanto, el pecado de abuso en el contexto más vasto de los comportamientos sexuales».
«Además –concluyó–, al reconocer el problema y al afrontarlo cuando sucede en un contexto eclesial, vosotros podéis ofrecer una orientación a los demás, dado que esta plaga se encuentra no sólo en vuestras diócesis, sino también en cada sector de la sociedad, Esto exige una respuesta firme y colectiva».