Se intensifica la cristianofobia

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ROMA, domingo, 27 abril 2008 (ZENIT.org).- Cada vez resulta más difícil para los cristianos defender en público sus puntos de vista ante temas tan controvertidos como la homosexualidad. La combinación de leyes antidiscriminatorias y las descristianización de la sociedad está dejando poco espacio para la religión en el discurso público.

Uno de los países donde esta tendencia es más marcada es Canadá. El 9 de abril, Chris Kempling, profesor en la Columbia Británica, escribía un artículo para el periódico National Post describiendo sus problemas con el Colegio de Profesores de la provincia y el sistema escolar.

Durante años, Kempling ha escrito algunas cartas al periódico expresando su preocupación por la homosexualidad y hablando también en público sobre temas de comportamiento sexual.

Una de las consecuencias es que fue suspendido sin sueldo en dos ocasiones por expresar sus puntos de vista. Una de las suspensiones duró tres meses. El Colegio de Profesores también ganó un juicio contra él en el 2006 por «conducta impropia de un miembro».

Kempling explicaba que aparentemente el Colegio de Profesores, y también quien le da empleo, el Distrito Escolar Quesnel, consideran que sus opiniones podrían «envenenar la atmósfera» en su colegio.

Los problemas continúan, y en enero el Colegio de Profesores le notificaba una citación por 12 infracciones relacionadas con el material escrito entre el 2003 y el 2005.

Al concluir su artículo Kempling indicaba, «No creo que deba estar prohibido a los profesores de los colegios públicos el exponer públicamente la visión cristiana del mundo».

La espada de doble filo de los derechos

El obispo de Calgary, Mons. Fred Henry, también ha puesto de relieve los peligros de las leyes de derechos humanos. «Las leyes de derechos humanos, pensadas como un escudo, son utilizadas ahora como una espada», era citado por el Western Catholic Reporter el 14 de enero.

El periódico observaba que, entre otros casos recientes, el Catholic Insight Magazine tiene una demanda contra él por derechos humanos debido a sus artículos que subrayan la doctrina católica sobre la homosexualidad.

En el 2005, el mismo Mons. Henry tuvo dos demandas contra él – que no prosperaron – ante la Comisión de Derechos Humanos de Alberta por sus comentarios supuestamente discriminatorios en su carta pastoral sobre el matrimonio.

En Inglaterra, el obispo anglicano Anthony Priddis fue menos afortunado. Se le ordenó que asumiera la capacitación profesional de igualdad de oportunidades y pagara 47.000 libras (74.781 dólares) a John Reaney por la «ofensa» de haberle rechazado para un puesto de trabajo por su orientación sexual. Reaney, homosexual, se postuló para un puesto de trabajo de animador de jóvenes, informaba el periódico Telegraph el 9 de febrero.

Poco después a una pareja cristiana de acogida se le dijo que no podrían seguir ayudando a niños a no ser que estuvieran dispuestos a aprobar la homosexualidad, informaba el periódico Daily Mail el 27 de febrero.

Eunice y Owen Johns habían cuidado a casi 20 niños según el artículo. Su actividad consistía en aceptar a los niños durante los fines de semana para dar un descanso a los padres. Debido a la Ley de Igualdad (Orientación Sexual) que entró en vigor el pasado abril, ahora resulta ilegal para cualquier negocio u organización que da un servicio público discriminar basándose en la orientación sexual.

Como resultado, las autoridades del consejo de la ciudad de Derby informaron a la pareja que, a no ser que estuvieran preparados para decir a los niños que la homosexualidad es un estilo de vida aceptable, no se les permitirían continuar con su labor.

El matrimonio en peligro

En Estados Unidos, la legalización del matrimonio del mismo sexo conduciría inevitablemente a problemas para la libertad religiosa, sostenía Roger Severino en un artículo publicado el año pasado en el Harvard Journal of Law and Public Policy (Vol. 30, No. 2).

En «Or for Poorer? How Same Sex Marriage Threatens Religious Liberty», Severino, consejero legal del Fondo Becket para la Libertad Religiosa, identificaba cuatro factores que aseguran un conflicto con la libertad religiosa:

— El matrimonio, como concepto uniforme, impregna la ley;

— Las instituciones religiosas están reguladas, sea directa o indirectamente, por leyes que se conectan con la definición del matrimonio;

— La religión tiene una relación pública histórica con el matrimonio que se resiste a un cambio radical como una importante materia de conciencia;

— Quienes propone el matrimonio del mismo sexo muestran una resistencia similar al compromiso.

Severino describía también cómo el cambio en la definición del matrimonio no es sólo una modificación legal aislada. Cambiar la legislación sobre el matrimonio trae consigo consecuencias en muchas áreas, como la adopción, la educación, los beneficios laborales, los impuestos y las subvenciones. Esto también significa que las organizaciones religiosas se verán afectadas en sus colegios, hospitales, orfanatos y universidades.

Tras una detallada consideración de los temas legales implicados, Severino concluía que la legalización del matrimonio del mismo sexo en Estados Unidos daría como resultado extensas batallas legales. Y dictaminaba que tal cantidad de litigios, o la mera amenaza de los mismos, tendrían un efecto escalofriante en la libertad religiosa.

Amenaza europea

Las amenazas a la religión no se limitan al asunto de la homosexualidad. Recientemente, la Comisión Europea ha iniciado procedimientos contra 11 países por incumplimiento de la ley europea. Una nota de prensa del 22 de febrero, de la organización no gubernamental de Dublín Iona Institute, explicaba la situación desde la perspectiva irlandesa.

El gobierno irlandés recibió lo que se denominó una «opinión razonada» de la Comisión Europea, acusando a las leyes irlandesas de estar fuera de la línea de la directiva de igualdad de la Unión Europea. El Iona Institute explicaba que si este desafío tiene éxito tendrá implicaciones de largo alcance porque una de las leyes irlandesas en el objetivo es la que permite a los colegios y hospitales religiosos no contratar empleados que se considere que puedan ser contrarios a su ethos.

Esta exención fue negociada hace años, con la satisfacción del gobierno, las iglesias y otras religiones. En aquella época, añadía el Iona Institute, esta excepción fue respaldada por el Consejo de Ministros de la Unión Europea y pasó a formar parte del derecho de la Unión. Ahora, sin embargo, la Comisión Europea cree que la excepción es demasiado amplia.

El 5 de abril, el Irish Times informaba de que la Iglesia católica en Irlanda está buscando asesoramiento legal sobre cómo afrontar la postura de la Comisión Europea. Mons. Jim Bassin, secretario de la comisión episcopal de educación, también declaró al periódico que la Iglesia se pondrá en contracto para tratar el tema con otros credos, incluyendo a líderes judíos y musulmanes.

Los peligros de la secularización

Los peligros de negar su papel legítimo a los principios cristianos en el mundo de hoy es un tema que suele tratar Benedicto XVI. En su discurso el 24 de enero a los obispos de Eslovenia en Roma para su vista quinquenal, el Pontífice afirmaba que si Europa quiere preservar la dignidad de la persona humana no puede negar la aportación hecha por el cristianismo a este principio.

Eliminar el papel de la religión, apuntaba Benedicto XVI, tendrá también consecuencias en las dimensiones éticas y sociales. Advertía que habrá consecuencias negativas para la coexistencia civil si prevalecen algunas visiones antropológicas.

Una visión puramente laica e individualista d
e la persona y de la sociedad trae consigo muchos peligros, advertía. Una búsqueda desenfrenada de los bienes materiales, una tasa de natalidad reducida, y dificultades para mantener una comunidad justa y compasiva, eran sólo algunas de las amenazas mencionadas por el Papa.

Benedicto XVI volvía a tocar el tema en su alocución del 8 de marzo a la asamblea plenaria del Pontificio Consejo para la Cultura. El tema del encuentro fue precisamente «La Iglesia y el desafío de la secularización».

«La secularización, que a menudo se vuelve secularismo abandonando la acepción positiva de secularidad, pone a dura prueba la vida cristiana de los fieles y de los pastores», afirmaba el Papa.

«La ‘muerte de Dios’, anunciada por tantos intelectuales en los decenios pasados, cede el paso a un estéril culto del individuo», añadía.

El pontífice advertía que la secularización está invadiendo cada aspecto de la vida diaria y está afectando a la Iglesia y al comportamiento de los files. Las influencias del imaginario cultural nos hacen pensar que no necesitamos a Dios y nos empujan también a la superficialidad, al egoísmo, y a una forma hedonista de vida, advertía el papa. Una forma de vida que desafortunadamente muchos gobiernos y grupos de poder se esfuerzan por promover e imponer a las iglesias y a los fieles.

Por el padre John Flynn, L. C., traducción de Justo Amado

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ZENIT Staff

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