ROMA, miércoles, 30 abril 2008 (ZENIT.org).- El fenómeno globalizador afecta también a las controversias que involucran a los creyentes, por lo que, para canalizar respuestas eficaces, conviene crear un Observatorio Internacional de defensa de sus derechos y de la libertad religiosa.
Es la propuesta que el catedrático de Derecho Procesal (Universidad Complutense de Madrid, España) y abogado Julio Banacloche Palao presentó el martes en Roma en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (PUSC), en el marco de su VI Seminario profesional –del 28 al 30 de abril– sobre Oficinas de Comunicación de la Iglesia.
«Comunicación de la Iglesia y cultura de la controversia» es el tema que, en esta edición, ha reunido en la romana Facultad de Comunicación a trescientos participantes –profesionales de la comunicación, directores y responsables de oficinas de prensa de diócesis, conferencias episcopales y otras realidades eclesiales, profesores universitarios y periodistas– de 60 países.
En las jornadas de trabajo han intervenido una veintena de ponentes; entre ellos, el profesor Banacloche ha advertido de la necesidad de concretar una solución globalizada para dar respuestas coordinadas a personas de cualquier país que entiendan que sufren agresiones en sus convicciones religiosas.
Los avances en los medios de comunicación e Internet multiplican la divulgación de libros, películas, exposiciones o cualquier tipo de declaraciones que se extienden a gran velocidad de unos países a otros.
Se trata de «una situación global que merece una respuesta global», esto es, «un instrumento internacional», explica el profesor Banacloche a Zenit; «un observatorio internacional que precisamente defienda a los creyentes de cualquier tipo de actuación que pueda entenderse como un ataque, una difamación, etc., ya sea dirigida a las instituciones o a los símbolos sagrados de las religiones», por ejemplo «como consecuencia de una malentendida libertad de expresión».
El mecanismo idóneo, en opinión del jurista, es –como punto de partida– recopilar los datos de los hechos que se producen y centralizar la información; asimismo, brindar apoyo y ayuda, teniendo siempre en cuenta los casos concretos. Esta iniciativa tendría rápida repercusión.
Actualmente «cuando una persona, asociación, diócesis o comunidad eclesial se encuentra con lo que entiende que es un ataque o una vulneración de su derecho a su libertad religiosa –en su vertiente no sólo de ejercerla, sino también de no verla atacada–, desconoce cómo reaccionar, o si un hecho semejante se ha producido en otros sitios, o si le compensa presentar acciones judiciales o sencillamente actuar en la opinión pública, o incluso cómo actuar en la opinión pública», constata el profesor Banacloche.
Un Observatorio como el que propone facilitaría que «cualquier persona o comunidad en tal situación lo comunicara»; se comprobaría si se ha producido en otros sitios, se podría analizar el caso igualmente «por el país en que se encuentra y por el sistema jurídico específico», y la reacción posiblemente más adecuada, «indudablemente contactando con entidades locales -abogados del lugar, jefe de prensa de la diócesis o comunidad, etc.».
Se conseguiría así «centralizar la información y dar una asistencia, pero con una visión global del problema -subraya–, evitando esas reacciones espontáneas o naturales que son muy bien intencionadas, pero que a veces resultan incluso contraproducentes».
Dada la dinámica mediática y la comunicación interpersonal –básicamente a través de la red–, no es fácil pensar en fronteras. «Si se lanza una película ofensiva, se va a ver en todo el mundo; es muy difícil saber cómo reaccionar en un solo país», ejemplifica el profesor Banacloche. Por eso la idea de un Observatorio de estas características tiene carácter internacional
En su actividad elaboraría una memoria anual, un sitio web de consulta y, sobre todo, se podría «convertir en un punto de referencia» –sugiere– para aquellas personas o comunidades que tengan problemas como los citados.
Por delante, ahora, está la tarea de hallar la forma más adecuada de articulación jurídica de un Observatorio así. En cualquier caso, «el hecho de que sea abierto exige un tipo de organización no vinculada directamente a ninguna otra en cuanto tal», puntualiza el catedrático de Derecho.
«Es distinto que, precisamente por el servicio que pueda prestar, reciba apoyo de hecho por las confesiones religiosas que consideren que se trata de una buena tarea», añade.
La actividad del Observatorio podría convertirle asimismo en un «punto de referencia del diálogo ecuménico e interreligioso», «porque en definitiva lo que se busca es una protección en general del sentimiento religioso –recuerda el jurista–, de la libertad religiosa, de la libertad de convicción, frente a unas agresiones o un mal entendimiento de qué es la libertad de expresión cuando ésta no respeta la libertad de otros a no ser ofendidos en cuestiones que para ellos son fundamentales».
Propuesta pendiente de articulación, la creación de tal Observatorio se ha lanzado en el Seminario de la PUSC, por lo que el profesor Banacloche sugiere que los comentarios o indicaciones que se deseen señalar al respecto, se hagan llegar a esta universidad (http://www.pusc.it).
Por Marta Lago