Por una «info-ética» de los medios

Mensaje de los obispos españoles en la 42 Jornada Mundial de las Comunicaciones

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MADRID, viernes, 2 mayo 2008 (ZENIT.org).- Con motivo de la 42 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, del próximo 4 de mayo, la Comisión de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Española ha hecho público un mensaje titulado «Los medios: instrumentos de esperanza», en el apuestan con Benedicto XVI por una info-ética de la comunicación

Los obispos que integran la Comisión –Juan del Río, de Asidonia-Jerez y Presidente; Antonio Montero, emérito de Mérida-Badajoz; JoanEnric Vives, de Urgell; Joan Piris, de Menorca; Joan Carrera, auxiliar de Barcelona y Raúl Berzosa, auxiliar de Oviedo– recuerdan el mensaje de Benedicto XVI con este motivo en el que afirma que el papel de los medios afecta a realidades que «inciden profundamente en todas las dimensiones de la vida humana (moral, intelectual, religiosa, relacional, afectiva, cultural), poniendo en juego el bien de la persona». Por esto, como él mismo señala, «es necesario reafirmar que no todo lo que es técnicamente posible es también éticamente realizable».

Los obispos subrayan que el mensaje pontificio «hace una llamada a superar una concepción meramente funcional o neutra de la comunicación y reclama la necesidad de una consideración ética de los medios».

Por eso mismo, añaden, reclama Benedicto XVI: «es indispensable que los medios defiendan celosamente a la persona y respeten plenamente su dignidad. Más de uno piensa que es necesaria en este ámbito una «info-ética», así como existe la bio-ética en el campo de la medicina y de la investigación científica sobre la vida».

Los obispos de la Comisión de Medios hacen suyas las reflexiones del Santo Padre a la vez que piden «a los operadores (empresarios, comunicadores, creativos y técnicos) de todos los medios de titularidad eclesial, pública y privada, así como a sus destinatarios, una mayor apuesta por la dimensión ética».

«La referencia a códigos éticos de comunicación -añaden–, el autocontrol, la protección de la infancia y la juventud, y la educación mediática del público, así como un adecuado y justo control social, serán instrumentos importantes para esta tarea que siempre ha de tener como referencia última la verdad del hombre, criatura de Dios, de cuya dignidad es garante la Ley Natural».

Piden que «la enseñanza de la ética y la deontología de la comunicación sea una componente importante en el currículo de estudios de las facultades de comunicación en nuestro país, especialmente de aquellas que son de iniciativa o titularidad eclesia».

Sobre el tema de la verdad, los obispos afirman que «nos encontramos con una problemática compleja»: «Por un lado se comprueba cómo el hombre tiene sed de la verdad, busca la verdad» pero «también se constata cómo la verdad se ha resentido en estos últimos decenios a causa de la instrumentalización de las ideologías, de la sumisión a la dictadura del relativismo y al escepticismo del contexto cultural».

Pasan luego los obispos a afrontar el servicio eclesial de los programas religiosos en los medios públicos que celebran sus 25 años y todos los espacios institucionales de la Iglesia en los medios de titularidad pública, ya sea a nivel estatal o autonómico.

Su presencia en la programación, indican, «no es debida a ningún privilegio, sino al cumplimiento del ‘derecho de acceso’ a los medios de titularidad pública de los grupos especialmente significativos -y la Iglesia, no cabe duda de que lo es–».

Los obispos afirman ser conscientes «de los difíciles momentos por los que atraviesan los informadores religiosos en medios privados, en esta sociedad tan alejada de Dios y donde parece que sólo interesa de la Iglesia lo escandaloso o anecdótico, desvirtuando su verdadera imagen. A ellos, nuestro reconocimiento y gratitud».

«Tampoco lo tienen fácil -añaden- las empresas de comunicación eclesial, cuya titularidad es de congregaciones religiosas o de inspiración católica, en un mundo cultural tan adverso a lo católico y, sin embargo, su presencia es imprescindible para que la Iglesia tenga una voz en la sociedad y para que los medios tradicionales y las nuevas tecnologías estén al servicio de la evangelización».

Para finalizar, se unen a los deseos del Santo Padre en su mensaje: «Invoquemos al Espíritu Santo para que no falten comunicadores valerosos y testigos auténticos de la verdad que, fieles al mandato de Cristo y apasionados por el mensaje de la fe, ‘se hagan intérpretes de las actuales exigencias culturales, comprometiéndose a vivir esta época de la comunicación no como un tiempo de alienación y extravío, sino como una oportunidad para la búsqueda de la verdad y el desarrollo de la comunión entre las personas y los pueblos’ (Juan Pablo II, ‘Discurso al Congreso Parábolas mediáticas’, 9.11.2002, 2)».

«El logro de estos objetivos -concluyen- es materia que llevamos a nuestra oración en esta Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, en la que no podemos olvidar a los periodistas y comunicadores fallecidos, muchos de ellos en circunstancias dramáticas en el ejercicio su profesión. Así mismo imploramos la bendición y protección de Dios para todos aquellos que trabajan en las comunicaciones sociales».

Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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