CIUDAD DEL VATICANO, martes, 6 mayo 2008 (ZENIT.org).- Lejos de tender a atribuir al mercado y al Estado un monopolio en la creación de bienes comunes, es necesario reconocer el papel fundamental que cumple la sociedad civil en este campo.
Éste ha sido punto de convergencia entre los miembros de la Pontifica Academia de las Ciencias Sociales, reunidos en el Vaticano en su 14ª sesión plenaria del 2 al 6 de mayo.
De coordinar la convocatoria se ha encargado la profesora Margaret Archer, de la Universidad de Warwick (Gran Bretaña), y el profesor Pierpaolo Donati, de la Universidad italiana de Bologna, quien este martes, ante la prensa internacional en la Oficina de Información de la Santa Sede, y ante el Canciller de la Academia, monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, comentó puntos sobresalientes de estas jornadas celebradas sobre el tema: «Perseguir el bien común: cómo solidaridad y subsidiariedad pueden trabajar juntas».
Expertos de los diversos campos de las ciencias sociales, los miembros del organismo pontificio coinciden en señalar que «actualmente existe un modelo de organización social basado sobre el acuerdo entre Estado y mercado, que constituye un vínculo para el desarrollo de una sociedad civil capaz de producir bienes comunes».
De tal manera, los intereses del mercado y las regulaciones del Estado moderno ejercen un cierto «dominio» –apuntó el profesor Donati– sobre los grupos sociales, formaciones sociales intermedias, asociaciones, formas de cooperación, el voluntariado, en fin, «nuevas redes en las que, en el mundo vital de las persona, se crean cada día bienes comunes que sin embargo se tratan mal, o no se comprenden o incluso se marginan por los actores del Estado y por el mercado».
De ahí que esta sesión plenaria subraye la necesidad de que emerja «esta sociedad civil que actúa no por beneficio ni por orden de la ley del Estado».
«Si nos preguntamos cuántos bienes comunes se produce cada día no por causa del beneficio –del interés económico–, no porque lo mande la ley, sino porque existe un acuerdo entre personas, porque existe un interés en intercambiarse recíprocamente los bienes, veremos que la mayor parte de los bienes se produce de este modo; con todo, nuestras sociedades están organizadas esencialmente sobre el poder del mercado y del Estado», explicó.
«Es necesario, por lo tanto, prestar gran atención a este mundo de la sociedad civil que produce bienes comunes», una conclusión compartida por la Pontifica Academia sobre la que había alentado el Papa en su discurso del sábado al organismo, recordó el profesor Donati.
Se trata de «un entrelazamiento entre subsidiariedad y solidaridad que deben ser, sí, horizontales en el sentido de regular las relaciones entre la gente -dice el académico–, pero que deben tener también una dimensión vertical en la profundidad de la dignidad humana dirigida a producir el bien común, a regenerarlo y conservarlo».
En el estudio de casos prácticos, la sesión plenaria ha contado con el doctor Michel Bauwens -iniciador de la «Foundation For Peer To Peer Alternatives»– y su experiencia de los bienes comunes producidos en Internet, construidos gratuitamente junto a una red de personas y aprovechados gratuitamente por todos. Por lo tanto ajenos al mandato de la ley o a la dinámica del mercado.
Es un ejemplo que citó el profesor Donati para subrayar la importancia de comprender el desarrollo de una sociedad que produce bienes comunes.
«El bien común –advirtió– ya no se identifica con una entidad supraordenada»; ciertamente el Estado juega un papel notabilísimo en la producción y preservación de los bienes comunes, «pero no es el único actor, no es el monopolizador del bien común».
En esta línea, la sesión plenaria de la Pontificia Academia constata «la insuficiencia de la teoría económica en la compresión de esta sociedad civil».
Y es que «la teoría económica presupone aún un «homo economicus» interesado que actúa sustancialmente por beneficio» –aclaró el profesor Donati–, y aunque tal teoría contempla también «un actor no egoísta», en cambio lo considera «marginal» y «de poca importancia», y piensa «en el tercer sector como un sector de caridad, de beneficencia, no como un sector que crea bienes comunes».
Por ello el organismo pontificio indica la necesidad de llegar a una nueva teoría económica y probablemente incluso «a una nueva teoría política».
La razón es que «vemos en el mundo también un cierto retorno de un estatalismo en muchas partes», un fenómeno «que nuevamente apunta en algún modo sobre la fuerza y el monopolio del Estado, cosa que no ayuda a desarrollar los bienes comunes mencionados», concluyó.
Por Marta Lago