Carta de Benedicto XVI a Alejo II, Patriarca ortodoxo de Moscú

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 30 mayo 2008 (ZENIT.org).- Publicamos la carta que el Santo Padre Benedicto XVI ha enviado a Su Santidad Alejo II, Patriarca [ortodoxo] de Moscú y de todas las Rusias.

En propia mano ha hecho entrega de la misiva, el jueves en Moscú, el cardenal Walter Kasper -presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos–. La Sala de Prensa de la Santa Sede ha difundido su contenido este viernes.

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A Su Santidad Alejo II

Patriarca de Moscú y de todas las Rusias

La visita a Rusia de Su Eminencia el cardenal Walter Kasper me ofrece la feliz oportunidad de saludarle cordialmente, de expresarle mi estima por su ministerio en la Iglesia ortodoxa rusa y de reafirmar mi aprecio por su compromiso en la promoción de las relaciones entre católicos y ortodoxos. Con alegría pienso en la experiencia de la creciente cercanía entre nosotros, acompañada por el deseo compartido de promover auténticos valores cristianos y de testimoniar a Nuestro Señor en una comunión aún más profunda. Pienso con gratitud en su reciente visita a Estrasburgo y a París y en la afectuosa acogida dispensada al arzobispo católico de la archidiócesis de la Madre de Dios en Moscú en el curso de las celebraciones de Navidad del pasado año.

Otro signo de fraternidad y de amistad hacia la Iglesia católica es la invitación formulada al cardenal Kasper por parte de Su Eminencia Kiril, metropolita de Smolensk y Kaliningrado, presidente del departamento de Asuntos eclesiásticos externos del Patriarcado de Moscú, a visitar esa eparquía con ocasión de su onomástico. No es sólo una manifestación de buena voluntad personal, sino también un gesto hacia la Iglesia católica que el cardenal Kasper representa.

Durante su estancia en Rusia, el cardenal Kasper visitará Kazán para venerar el icono de la Madre de Dios que mi amado predecesor, el Papa Juan Pablo II, le entregó, Santidad, a través del cardenal Kasper, quien acompañó de nuevo a la imagen sagrada a su tierra de origen. Este icono se parece a todas las demás venerables imágenes de la Madre de Dios y como tal es un poderoso signo de la cercanía que existe entre nosotros. Ofrece también una oportunidad de encuentro con los musulmanes que muestran gran respeto por María, la Madre de Dios. Su Santidad cada vez se ha comprometido más en el diálogo con los demás cristianos y con miembros de otras religiones, y es con profunda gratitud que he seguido, con interés orante, las señales de amistad y de confianza que su Iglesia y sus representantes han manifestado en diversos modos.

Agradecido por su empeño en el diálogo con los diferentes organismos eclesiales, religiosos y sociales, formulo, en este tiempo pascual, mis mejores y afectuosos deseos por su ministerio, confiando al Señor mi oración para que el gran misterio de nuestra salvación, la muerte y la resurrección de Nuestro Señor, guíe más profundamente su vida y su servicio a la Iglesia. Que el Señor resucitado le conceda salud, paz y alegría interior y nos acerque más los unos a los otros, de forma que podamos recorrer juntos el camino hacia una plena comunión en Él.

En el Vaticano, 19 de mayo de 2008

BENEDICTUS PP. XVI

[Traducción del original en inglés realizada por Marta Lago.

© Copyright 2008 – Libreria Editrice Vaticana]

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ZENIT Staff

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