CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 30 mayo 2008 (ZENIT.org).- Gratitud por los gestos de fraternidad y amistad de la Iglesia ortodoxa rusa hacia la Iglesia católica, junto al renovado deseo de una plena comunión: es el contenido de la carta que ha enviado Benedicto XVI a Alejo II, Patriarca de Moscú y de todas las Rusias.
El presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, el cardenal Walter Kasper, hizo entrega de la misiva al patriarca ortodoxo el jueves, en el marco de un "cordial encuentro", confirma este viernes la Sala de Prensa de la Santa Sede.
El dicasterio comunicó el 21 de mayo el inicio del viaje del purpurado a la Federación Rusa por invitación del metropolita Kiril de Smolensk y Kaliningrado --presidente del departamento de Asuntos eclesiásticos externos del Patriarcado ortodoxo de Moscú--.
El itinerario --de nueve días-- ha estado motivado por el encuentro del cardenal Kasper con la comunidad católica de Moscú y con altos representantes de la ortodoxia rusa, además de procurar tomar contacto con algunas de las riquezas religiosas y culturales de la tradición del país.
En su reunión con el patriarca Alejo II, el purpurado alemán entregó la carta en la que el Papa expresa su alegría "en la experiencia de la creciente cercanía entre nosotros, acompañada por el deseo compartido de promover auténticos valores cristianos y de testimoniar a Nuestro Señor en una comunión aún más profunda".
El Santo Padre agradece la afectuosa acogida que la ortodoxia rusa ha dado al nuevo arzobispo católico de la archidiócesis de la Madre de Dios [en Moscú], monseñor Paolo Pezzi.
Igualmente muestra su reconocimiento por el "signo de fraternidad y de amistad hacia la Iglesia católica" que representa la invitación al cardenal Kasper.
El deseo de Benedicto XVI para Alejo II se expresa en forma de oración al Señor Resucitado: que "nos acerque más los unos a los otros, de forma que podamos recorrer juntos el camino hacia una plena comunión en Él".
En su cita con el Patriarca, el cardenal Kasper subrayó que estaba "muy contento del coloquio" y expresó la esperanza de que tal momento "favorezca el ulterior desarrollo de los contactos entre las dos Iglesias", confirma L'Osservatore Romano -edición diaria en lengua italiana, fechada el 31 de mayo, de publicación vespertina--.
Por su parte, Alejo II se mostró convencido de la "necesidad del diálogo ortodoxo-católico", recalcando que "las posturas de las dos Iglesias coinciden en muchos interrogantes que plantea el mundo contemporáneo, en particular en materia de moral, de las relaciones familiares y sociales, de los derechos humanos y de la bioética" -cita el diario de la Santa Sede--.
"Un signo de caridad y de benevolencia del Papa": así describe monseñor Pezzi la presencia del cardenal Kasper en tierra rusa.
Siguiendo las páginas romanas, en su homilía en la solemnidad del Corpus Domini -al presidir la Misa en la catedral católica de la Madre de Dios en Moscú- el purpurado alemán advirtió de la importancia -remitiéndose a las palabras de Jesús, "Que sean uno"- "de orar ininterrumpidamente".
"Y en cada celebración eucarística rogamos sobre todo por la paz y la unidad de la Iglesia, pero no sólo esto; debemos también permanecer activos, haciendo lo que podamos para preparar el camino de la recomposición de la unidad", añadió.
Tuvo también oportunidad de acudir a la universidad ortodoxa San Tikhon de Moscú, donde el presidente del dicasterio atendió las preguntas que le formularon los estudiantes.
En cuanto al diálogo teológico, según L'Osservatore Romano el cardenal Kasper recalcó: "No es suficiente que los teólogos y los obispos se encuentren; es más importante unir los pueblos"; "se puede preparar la unidad, pero no organizarla", porque "es un don del Espíritu Santo". "Podemos solamente orar para que se realice", insistió.
Y quiso aclarar que "por unidad no se debe absolutamente entender unificación", pues "la Iglesia puede ser una unidad en la diversidad, o mejor, una diversidad en la unidad".
El diario de la Santa Sede enmarca la visita del purpurado "en la continuidad del diálogo ecuménico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa".
Por Marta Lago