CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 21 mayo 2008 (ZENIT.org).- Con motivo de la visita «ad limina Apostolorum» al Papa y a la Curia Romana, los obispos de Albania piden no ser dejados solos frente a los muchos desafíos que tiene que afrontar la Iglesia en el país.

Es lo que declaró a «Radio Vaticano» el arzobispo de Shkodër, Angelo Massafra, dando las gracias «por toda la benevolencia» y «el apoyo» recibidos de la Santa Sede.

«Ahora --reconoció-- necesitaríamos ser apoyados un poco más también a nivel económico porque estamos en un periodo mundial muy negativo, y también nosotros vivimos, en Albania, esta recesión económica mundial. No querríamos ser dejados solos, y lo diremos claramente a la Santa Sede y a las diversas congregaciones».

El prelado definió a la Iglesia en Albania «muy viva: quienquiera que venga a participar en nuestra liturgia, a ver nuestras experiencias de fe, se queda verdaderamente impresionado por una vitalidad, una vivacidad de experiencia de fe como para conmoverse».

«Quienes vienen de Europa han perdido este entusiasmo», constata.

El arzobispo confesó que dice siempre a quien visita Albania: «Ayudadnos con vuestra preparación, con vuestro bagaje cultural. Sin embargo, cuando venís aquí, nosotros os contagiamos nuestro espíritu misionero, nuestro entusiasmo, y es verdaderamente una cosa bella».

«Está claro --reconoció--, que esto no quiere decir que no tengamos dificultades, que no tengamos problemas, pero las cruces que forman parte de nuestra vida cotidiana demuestran que hay vitalidad».

Entre los desafíos para la Iglesia en Albania, el prelado recordó «los del secularismo, de la voluntad de enriquecerse enseguida, el de la emigración exterior y también interior, con poblaciones que se desplazan, con muchos problemas también en torno a la familia».

Sobre las iniciativas en programa para afrontar estos problemas, el arzobispo subrayó la preparación, por parte de la Conferencia Episcopal Albanesa, de una carta pastoral sobre la familia, así como «un compromiso mayor en nuestra evangelización, para que el corazón de nuestro fiel pueda verdaderamente enamorarse de Cristo y estar en continua conversión, como nos pide el Señor».

Otros desafíos, explicó, se refieren al compromiso católico en la sociedad y en la política -«un compromiso serio, basado en los valores cristianos»- y los que se refieren a «la relación con los fieles ortodoxos y a la relación interreligiosa con los hermanos musulmanes».

Por su parte, monseñor Lucjan Augustini, obispo de Sapë, afirmó que «después de todo lo que ha vivido la Iglesia en Albania --es decir la destrucción material y espiritual, durante el periodo ateo-comunista-- podemos decir que hoy tenemos una viva comunidad de creyentes. Tenemos una Iglesia que está en camino y en crecimiento y esto ha sido visible sobre todo en estos últimos 17 años. Se ha realizado tanto a nivel espiritual como educativo, cultural y social».

Entre las necesidades urgentes actuales, el prelado indicó «la continua formación espiritual, pero ciertamente no se puede descuidar tampoco la formación intelectual y social, en la que la Iglesia Católica en Albania se ha empeñado y seguirá haciéndolo».

La Iglesia, observó, «está haciendo una gran aportación a la educación y la curación de las heridas sociales: por ejemplo, la pobreza, los jóvenes, la inmigración. El desarrollo y el progreso moral de la sociedad están en la base de un futuro mejor, más seguro y feliz».

El cristianismo en Albania tiene orígenes antiquísimos. Fue probablemente San Pablo el que anunció el Evangelio, y ya en el año 58 d.C. Durazzo tuvo muy pronto un obispo, san César. En el siglo IV, casi todo el país estaba cristianizado, con 50 sedes episcopales en todo el territorio.

De una población de 3,2 millones de habitantes, los católicos son hoy cerca de medio millón, organizados en dos archidiócesis y tres diócesis, a las que se añade la Administración Apostólica de la Albania Meridional, que reúne a los fieles de rito bizantino pertenecientes a la Iglesia grecocatólica albanesa y los de rito latino.

Traducido del italiano por Nieves San Martín