«Nos dieron una calurosa bienvenida con cantos típicos del país e incluso con el famoso ‘haka’ (¡todo esto a las 6 de la mañana!). Ante semejante recepción tuvimos que improvisar una canción nuestra que fue entusiastamente aplaudida.
La información remitida desde las antípodas de la Argentina, continúa en estos términos:
«Luego de estas mutuas demostraciones culturales, en una larga mesa nos sirvieron un abundante desayuno típico, tras el cual partimos hacia el centro de Auckland donde a las 10 se realizó la ‘recepción cívica’ en el Centro Beaumont, donde participamos jóvenes de distintas nacionalidades.
Allí nos reunimos con los otros grupos de argentinos llegados en distintos momentos: del Cottolengo Don Orione, de la Universidad Católica Argentina, un grupo de La Plata, otro de la provincia del Chaco, etc. Participaron contingentes, algunos muy numerosos, de jóvenes del Uruguay, de Francia, Canadá, Estados Unidos, La India, Filipinas y de la misma Nueva Zelandia.
La ceremonia fue presidida por las máximas autoridades civiles de la ciudad que nos dieron la bienvenida, y el obispo de Auckland, monseñor Patrick James Dunn, un inglés de 58 años, quien pronunció unas muy emotivas palabras de saludo y recepción.
A las 14, después de recorrer los alrededores de esta hermosa y gran ciudad, nos reunimos con los demás contingentes en la catedral de San Patricio, donde monseñor Dunn presidió la celebración eucarística, que fue concelebrada por unos 20 sacerdotes de distintos países. Fue un momento muy acogedor y de mucha unción, en el que llamaba la atención la cantidad de jóvenes de tan diversos lugares y tan distintos en la manera de expresar su fe según el lugar de origen, pero en definitiva todos nos sentíamos unidos en la misma fe y en el mismo sacrificio del Altar.
Tanto al comienzo como al final de la misa, en las dos a las que asistimos, los sacerdotes realizaban una bendición en maorí, la lengua de los primeros habitantes de este suelo, y que constituye la segunda del país. El idioma oficial es el inglés.
Finalmente regresamos a la iglesia San Juan Bautista donde partimos cada uno a su nuevo hogar con una familia «kiwi» (así, con el nombre de un ave no voladora que sólo existe en estas islas, se autodenominan los neozelandeses). Una oportunidad riquísima para compartir desde la intimidad las costumbres de nuestros países.
Al día siguiente, sábado 12 de julio, todos los argentinos, acompañados por las familias con las que compartimos la hospitalidad, recorrimos lugares y circuitos turísticos de la zona, y nos reunimos a las 17 en la celebración de la santa misa. A su término, participamos de una cena comunitaria donde compartimos una comida típica maorí y postres de la región. En la cena participaron miembros de la parroquia, todos adultos, ya que los jóvenes habían partido esa misma mañana a Sydney, para participar en las jornadas de la Juventud.